Diario La Nación: “La fuerza de la moral exige una tregua política y la convivencia nacional” (San Cristóbal, 25-02-2.015)



Enmarcado dentro del pensamiento fundacional de la República venezolana “Moral y Luces”, la moral es resultado del hábito que nos condiciona para actuar en la vida de una forma correcta, de manera que una sociedad con moral, es aquella en la cual la colectividad asume la responsabilidad de hacer del mundo un lugar mejor: “La moralidad es un principio activo y hace de la virtud nuestra felicidad y del vicio nuestra miseria". Agregando, que la mayor felicidad del ser humano depende de actuar acorde a sus valores morales que se sustentan en virtudes tales como: la perspectiva integral, el compromiso individual y colectivo, la responsabilidad social, la justicia, la convivencia, el dialogo, etc.
La concepción de una “buena moral” dentro de la visión del desarrollo sostenible tiene su pilar fundamental en la educación, pero en función de los “sietes saberes necesarios” enunciados por Morín (2.011) en su obra intitulada “La Vía para el Futuro de la Humanidad”. Contrario a estos preceptos es imposible lograr minimizar o quizás revertir las amenazas de deterioro irreversible que recaen sobre el sistema de valores morales.  Brevemente algunas consideraciones al respecto:
I) “Las cegueras del conocimiento”: donde es obligatorio concebir, dar libertad y desarrollar un pensamiento racional y creativo; contrario al errado accionar de aferrarse a ideas o conocimientos que son considerados como inmutables.
II) “Los principios del conocimiento pertinente”: el conocimiento tiene sentido cuando emerge desde una plataforma que considera el análisis multidimensional, considerando la interdependencia, la espacialidad, la temporalidad y complejidad de los diferentes sistemas donde se desenvuelve el ser humano.
III) “Enseñar la condición humana”: la sociedad y el individuo son factores indisolubles que en cada momento de la vida cotidiana se entrelazan y se complementan; contradictorio entonces entender que la razón de ser y el destino de cada individuo es ajena a los intereses éticos y morales de la humanidad.
IV) “La identidad terrenal”: puede interpretarse como la filosofía general y movimiento social de orientarse hacia el medio ambiente, donde el papel de la educación se sustenta precisamente en la internalización de un sentido de pertenencia y de accionar consiente a favor del planeta tierra.
V) “Enfrentar las incertidumbres”: la realidad que nos envuelve es compleja, caótica e impredecible lo que determina la duda o perplejidad que sobre cualquier evento se tiene. Por tanto, es prioritario poner en práctica un pensamiento estratégico que reconozca y enfrente la incertidumbre para la toma óptima de las decisiones a nivel personal, profesional y académico.
VI) “Enseñar la comprensión”: la comprensión se constituye en la plataforma ética-comunicacional que viabiliza la construcción y consolidación de la tan ansiada y esquiva cultura de la tolerancia, la armonía, la convivencia y la paz. Por tanto, mientras que no exista un verdadero esfuerzo intelectual por desarrollar efectivamente el proceso de comprender lo que sucede en nuestra realidad (local, nacional, mundial) en esa misma medida arreciaran los impactos o las externalidades negativas que inducen a la decadencia irreversible de la humanidad.
VII) “La ética del género humano”: la ética se proyecta como factor esencial de la cosmovisión de cada comunidad cultural, al constituirse como la raíz o sustento moral que regula su comportamiento a favor o en contra de una sana convivencia solidaria e igualitaria y una aprehensión efectiva del conocimiento científico en la procura de una toma de conciencia “tierra-patria” pro desarrollo sostenible.
En Venezuela, existe el urgente clamor y el consenso generalizado de revalorizar nuestro sistema de “buena moral” como sustento fundamental de la democracia, y que en esencia representa el camino que conduce a la autoridad, y por lo tanto a la confianza y credibilidad en las instituciones. Y desde la misma fuerza moral, resulta imperante y pertinente iniciar una tregua política y la convivencia unitaria de todos los venezolanos, de manera de poder permitir la reactivación del verdadero dialogo a favor de la paz, la libertad, la tolerancia, la democracia y la justicia. Dialogo que debe caracterizarse por la a) reciprocidad, es decir, la convivencia social no puede construirse si, unilateralmente, unos prescinden de otros; b) apertura y acogida de los puntos de vista de todas las partes; c) lucidez, en el sentido de exigir firmeza, convicción, perseverancia y prudencia.
Pedro Morales. Economista. Docente Universitario. UNET-ULA. @tipsaldia

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