Detrás de una camisa azul


Hagamos las paces:
Detrás de una camisa azul                                                                 02/06/16

En este país hay actos de heroísmos a diario que pasan desapercibidos, tal vez porque la angustia que nos genera la violencia,  la persecución de productos básicos que nos hacen mirar hacia abajo- a ver qué traen otros en las bolsas -, la medicina que no conseguimos,  y otros etcéteras, nos hacen vivir a destiempo. Le pidió que se ubique en el presente: esta mañana. Observe “los camisa azul”, los adolescentes que van su liceo, dígame qué ve.

En primer lugar, van limpios, su uniforme puede estar un poco o muy gastado, se nota  eso, pero está limpio y bien planchado. A mí siempre me ha llamado la atención el valor que los venezolanos le damos al cuidado personal, tal vez botamos los papeles a la calle, pero nos gusta andar limpios.  Y hablo especialmente de los habitantes de zonas populares. Recuerdo mis primeros años en Fe y Alegría, hace 4 décadas, trabajaba en una comunidad muy al sur de Maracaibo. Adolescentes de poblados vecinos y de los barrios del sur. Los observaba  en las excursiones desde que se levantaban: todos con su cepillo de diente en la mano, y luego venir al desayuno limpios.  No importaba cuán pobres fueran sus hogares. Ahora sigamos con la escena de los adolescentes  rumbo sus liceos.

¿Qué hay detrás de esas “camisas azules”? Aquí viene lo ordinario convertido hoy en extraordinario: hay unas madres, que tienen que haber pasado horas y hasta días para conseguir el detergente, tal vez le costó el equivalente a uno o dos días de salario si tuvo que comprarlo con sobreprecio, grandes sacrificios para que su hijo  vaya limpio al liceo. Más aún, tal vez le haya tocado como Anita, de Petare, o Yraudis, de San Félix, un trasnocho esperando el agua y si vive en el interior, por estas semanas habrá tenido que estudiar sus horas de electricidad en su sector…  O sea: una carrera de obstáculos  cada semana para lograr su objetivo: que su hijo- estudiante vaya digno al liceo. Y por supuesto, le  regalará  al salir de la casa su “Dios te bendiga y te acompañe”.

¿Ha pensado usted en la grandeza de esas madres? ¿Ha pensado en la cantidad de madres garantizando “camisas azules” gracias a sus actos de heroísmo cotidiano? Yo me quedo admirada, y mientras peor está la situación, más  crece mi admiración  por el pueblo venezolano. Es verdad que estamos teniendo inasistencia en  las escuelas, incluso deserción por causa de la escasez de alimentos, la inflación, eso verdad, pero los que perseveran lo hacen gracias a la dosis de fortaleza de sus familias. ¿Había pensado en eso?

De esta crisis no podemos salir con la mirada deteniéndose sólo en las sombras, si logramos limpiar esa mirada, ampliarla, desprejuiciarla, veremos que hay más fuerza que debilidad, más bondad que maldad en la gente que llamamos “común” pero que es realmente extraordinaria. ¿Cree todavía que somos un pueblo dormido como dicen muchos? Madres dormidas no lavan ni planchan “camisas azules”. Una camisa azul camino al liceo es signo de la vocación de vida digna del venezolano. ¿Ya cambió su mirada? Claro, ahora hay que convertir esas heroicidades en voces organizadas  que se escuchen arriba también.

Luisa Pernalete

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