Diario La Nación: Dolarización: trabajar más de 84 días para comprar 100 dólares. (San Cristóbal, 13-05-2.015)

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El sector universitario de Venezuela, que agrupa aproximadamente 115 mil trabajadores (45 mil administrativos, 30 mil obreros, 40 mil docentes), catalogan con insistencia, y con sobradas razones de subsistencia, que la remuneración que reciben son sueldos “inadecuados”.  Se argumenta por ejemplo, que el decreto presidencial del pasado primero de mayo, donde el sueldo mínimo pasa de Bs. 5.622,48 a Bs. 7.309,20, se ubica en un nivel, que supera a lo acordado en la cláusula número  64 de la “1era Convención Colectiva Única del Trabajadores del Sector Universitario”, tal el caso para fines de ilustración, la que refleja la Universidad de Carabobo, cuando casi 6 mil de sus trabajadores, se encuentran en situación desventajosa en relación a este aumento salarial.
Se reseña, que el salario mínimo o sueldo socialmente necesario para vivir dignamente, desde hace más de 8 años está en una desesperada carrera por alcanzar  la inflación, que a propósito, nunca será posible equilibrarla, mientras que se continué con la aplicación de políticas económicas improvisadas, desacertadas y contradictorias, tales como los controles de precios y la indisciplina fiscal (entre otras), intensificando la crisis multidimensional, que se deja sentir por ejemplo, en el desabastecimiento creciente, la persistencia de la economía de puerto, y la progresiva dolarización de la economía, tanto en su carácter informal como formal, ya mostrada oficialmente, a través de la decisión de seguir ensamblando y vendiendo vehículos en el país, pero  a precio de dólares, con el doble agravante a priori, que la mano de obra (más del 35%) que interviene en el proceso de producción, se le pagará  en bolívares, y , la población en general, continuará sin tener acceso, ni dispondrá de los dólares necesarios para  adquirirlos.
Por otra parte, siendo riguroso en conceptualizar, y contrastar con la realidad el salario mínimo, se debe primero aclarar que es una condición enteramente relativa, toda vez que cada persona de acuerdo a su nivel y estatus de vida, tiene un referente particular de donde se activan sus alarmas de “supervivencia”. Adicionalmente, al revisar el comportamiento de la canasta básica familiar en los últimos tiempos (en la actualidad supera los 30 mil bolívares), se puede apreciar en términos formales y reales, que la remuneración proveniente del trabajo creativo, productivo y honesto, que recibe la mayor parte de la población venezolana, se encuentra por debajo de ese límite inferior.  
Pero también se sabe, a través de la “economía de calle”, que la “verdad verdadera” se encuentra “fueras de las colas”, las cuales representan una cierta “zona de confort”, en el sentido que se puede “invertir” cualquier cantidad de horas para adquirir un producto “escaso” a un “buen precio”, no obstante que el mismo, si se encuentra fuera de ella, su valor de transacción puede estar  hasta 10 veces superior a ese  precio “barato”. Además, el pueblo noble y honrado se ha percatado, que es necesario incrementar el número de jornadas diarias (partiendo hoy en 82 días), debido al ritmo de crecimiento del dólar Simadi, de forma que su remuneración mensual mínima pueda comprar  por lo menos 100 dólares: i) Bs. 7.309,20 ÷ 199,47 Bs/dólar, en 30 días; ii) (100 $ USD X 30 días) ÷36,64 $ USD.
Si una organización o institución como la universitaria, dispone de una infraestructura sólida, conformada por recursos en buen estado  y plenamente en funcionalidad, los procesos de producción académica, la capacidad para producir y la respectiva productividad puede mejorarse sustancialmente, lo que se traduce en una alta valoración monetaria de su fuerza laboral, y en consecuencia  la generación de un producto final de excelencia (más de 2 millones de estudiantes). Es decir, es imposible alcanzar un resultado final con significativa cotización (y por ende del trabajo realizado), si se descuida o margina la base económica o infraestructura. Pero también, si la oferta del producto generado no encuentra respuesta favorable en la demanda (debido a condiciones de recesión económica, por ejemplo), este también se desvaloriza, con lo cual afecta de manera negativa a todo el sistema que lo originó.

Pedro Morales. Docente Universitario. pmoral@unet.edu.ve  @tipsaldia

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