Diario La Nación: “Despertar de la conciencia en valores”. (27-05-2.015)
El panorama económico
de Venezuela es alarmante: caída de los precios del petróleo con la respectiva disminución
en los ingresos por más de 30 mil millones dólares, disminución alarmante de
las reservas internacionales por debajo de los 18 mil millones de dólares, pago
de la deuda y el servicio de la misma por el orden de los 10 mil millones de
dólares (menos del mes), incremento sostenido de la escasez, desabastecimiento
y la inflación (hiper), critico status de
subutilización de la capacidad productiva (PIB negativo), tipo de cambio real
del bolívar con respecto al peso colombiano en niveles históricos, aumento creciente
del número de días por trabajar (más de 110) para poder comprar 100 dólares;
dolarización de la economía sin las condiciones para lograrla a plenitud; etc.
No obstante, lo peor
que en la actualidad estamos viviendo, es una gran crisis de valores o anomia: “conjunto de situaciones que derivan
de la carencia de normas sociales o de su degradación”. Su debilitamiento
continuado es palpable en cualquier escenario: reinado de la impunidad; falta
de asumir responsabilidades; generar miedo como arma de subordinación; silencio
y complicidad ante la injusticia; valerse de artificios legales para
“arraigarse” en cargos de gestión; fomento
de la intolerancia, el irrespeto y la deshonestidad ; eliminación de la
meritocracia; desaprobación de productos académicos con utilidad evidente; manipular para sacar beneficio particular; olvidar hechos delictivos; aprobar o interpretar normas a conveniencia; practicar
la indiferencia y la competencia desleal; desarrollar la cultura de la
difamación y la ilegalidad; agredir
física o verbalmente; etc.
Los problemas económicos son posibles revertirlos en el corto o mediano
plazo, con la aplicación de políticas económicas coherentes e integrales; sin
embargo, los procesos culturales, tales
como el sistema de valores, exigen un mayor, decidido y sincero esfuerzo. Motivo este que inspira o hace un
llamado urgente al “despertar de la conciencia en valores”:
Al respecto, una de las obras de mayor repercusión sobre la “Teoría de los
Valores” se debe al filósofo
Alemán Max Scheler (1.874-1.928). Según este autor, los valores no se captan exclusivamente con los sentidos, ni se analizan
fríamente con la inteligencia, sino que “sintiendo, amando,
odiando, estimando, prefiriendo, es como percibimos los
valores”.
Los valores constituyen
los cimientos sobre los cuales se construye toda sociedad: son la base para
vivir en comunidad y relacionarnos con las demás personas. Los valores definen
un escenario para el desempeño de la vida, referenciando una guía de conducta
en función de la triada pensar-ser-hacer. De esta forma, los valores dentro del
objetivo de garantizar la existencia del individuo, están en una continua acción, reacción y readaptación con los
eventos de la rutina diaria.
Así mismo, e
independientemente del origen social, condición económica, postura religiosa o
ideológica, cada persona de manera consciente o inconsciente, posee una amplia
gama de valores que le sirven de sustento para sus decisiones diarias. El individuo,
al darle intención a sus actos, los dirige por el camino de lo correcto o incorrecto, y a través de sus
valores perfila el éxito o el fracaso para su vida. Para alguien un valor puede ser el respeto a
la propiedad privada, para otra su valor
puede ser arrebatarle un bien. Ambas
personas están guiadas por sus propios valores, pero necesariamente, existen
valores que hacen crecer al individuo y otros que lo precipitan a su destrucción (antivalores).
Los valores se asimilan
y se reproducen, gracias a la interacción que se mantiene, con todas aquellas
personas trascendentes (padre, madre, maestros, líderes, etc.), y que de manera
directa o indirecta han influido en la conformación del ser: han dejado
“huellas” significativas. Tanto los niños como los jóvenes son unas “esponjas”
para aprender lo bueno o lo malo de sus “modelos”. Por ejemplo, vale hacerse las siguientes
preguntas: ¿de quién se heredó el valor de la honestidad?; ¿se está haciendo lo
adecuado para transmitir a nuestros hijos, que es a través del estudio y el
trabajo honesto que se logra el bienestar duradero?
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