¡Miles de venezolanos se desplazaban a Cúcuta a comprar¡

En la Venezuela contemporánea correspondiente al periodo 1958-1988, los ingresos por concepto de venta de petróleo alcanzaron el monto aproximado de 400.000 millones de dólares USA (USD): equivalentes a 21.325 USD para cada  venezolano (con una población de 18.757.390 habitantes para el año 88). Sin embargo, producto de la inefectiva y equivocada gestión gubernamental, sustentada en complicidades y por un negligente   silencio institucional, los problemas de orden estructural se manifestaron en  persistentes y recurrentes  desequilibrios macroeconómicos: alta inflación, controles de precios, escasez y desabastecimiento, tasa de interés negativa, sobrevaluación, déficit fiscal y en la balanza de pagos, nivel crítico de las reservas internacionales, incremento de la deuda interna y externa (país con alto riesgo de morosidad y quiebra), etc.
Necesario acotar que del quinquenio gubernamental venezolano 1979-1984 al siguiente 1984-1989, se desprendió una caída significativa en los ingresos petroleros: de un monto aproximado de 89 mil millones USD  a 47 mil millones USD. Este déficit en el flujo del fisco nacional de 42 mil millones USD obligó al Gobierno (iniciaba su periodo en el año 1989) a solicitar ayuda financiera al Fondo Monetario Internacional (FMI). El préstamo fue cedido al país, de forma que pudiera contrarrestar los efectos nocivos de la crisis multidimensional que hacía estragos en las propias raíces sociales. Un poco más de los 20 mil millones USD le fueron aprobados bajo estricto control y supervisión por parte del FMI, donde el Ejecutivo nacional, a cambio, se comprometía a través de la firma de una carta de intención a la aplicación inmediata de un “Programa de Ajuste Macroeconómico”: el cual significó en la práctica un incuantificable costo  social y político.
Expresiones como  “dónde están los reales” o “recibo una Venezuela hipotecada” estigmatizan el acontecer venezolano que ha girado en torno al “rentismo” petrolero. Sobre esta realidad se inicia una “nueva era” gubernamental en el año 1999. Este periodo de crecimiento y bonanza no sustentable se ha apoyado en los ingentes recursos monetarios provenientes de la venta de petróleo: hasta el 2015 se estima una cifra aproximada de más de 900.000 millones USD, lo que equivale a 27.000 USD por venezolano. Lamentablemente, la tesis del desarrollo endógeno no se cristalizó, la cultura del ahorro institucional nunca se consolidó y las previsiones para los tiempos de crisis se subestimaron: caída estrepitosa de los precios del “oro negro” y “mutación” de los desequilibrios macroeconómicos.
(a) De los casi 3.000 millones de dólares USA (MM$) que ingresaban al Banco Central de Venezuela (BCV) en el año 1973, para el año siguiente la cifra se triplicó, al ubicarse en 9.300 MM$, hasta  alcanzar en el año 1982 los US$ 79.315 millones. Bajo estas condiciones, el signo monetario venezolano, el bolívar, en un corto periodo de tiempo pasó a estar respaldado por mayor cantidad de dólares, e incluso se estableció  una relación de Bs. 4.3 por cada divisa estadounidense: fortalecimiento ficticio debido a que no estaba soportado por una producción diversificada, productiva y sustentable.
Además, esta época de “bonanza petrolera” de la “Venezuela Saudita”, o del “¡ta barato!, ¡dame dos!”,  proyecta con fuerza la “crisis de la deuda externa”, al endeudarse el país de forma  irresponsable (con complicidad de la banca internacional) por un valor que superó los US$ 25 mil millones (se sumaban al pote de los “petrodólares” para gastar y gastar a “mano rota”). No está de más recordar los miles y miles de venezolanos que se  desplazaban a Miami-USA y Cúcuta-Colombia, para aprovechar las ofertas de bienes y servicios, gracias al “bolívar fuerte”, que propiciaba en la práctica el contrabando de extracción o “bachaqueo”: con las repercusiones desfavorables del caso.
Pedro Morales, docente universitario
pmoral@unet.edu.ve  @tipsaldia

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