Diario La Nación: La institución familiar como célula fundamental de la economía venezolana (San Cristóbal, 31-12-2.014)
En un sentido antropológico e incluso desde un plano ético
filosófico, en el mismo rango del constructo libertad, la necesidad de una
educación (del latín educare) de
calidad (equitativa, pertinente, eficaz y eficiente), y el consiguiente deseo
de educarse son inherentes a la condición originaria del ser humano, y han
constituido un perfil prominente desde el mismo origen de los tiempos. Desde
esta perspectiva, la sentencia de Simón Bolívar en el Congreso de Angostura (1.819)
es contundente al manifestar: “moral y luces son los polos de una República,
moral y luces son nuestras primeras necesidades”. Es decir, todas las
instituciones del Estado, deben promover una sociedad,
que priorice la libertad del individuo, a la par de desarrollar un proceso
educativo que se adapte a sus propias necesidades, posibilidades y
capacidades.
En particular, la
educación en valores, como base para vivir en comunidad y relacionarnos con las
demás personas, constituye el cimiento sobre el cual se construye la
institución familiar: concebida como la célula fundamental de la sociedad, de su respectivo Estado de Derecho y de una economía como la
venezolana. Por consiguiente se puede recalcar que: I) La familia es el centro
de convergencia para crear un ambiente de seguridad, estabilidad y crecimiento
sostenido; formar principios éticos-morales; fomentar la libertad y democracia
responsable. 2) La dinámica que
desarrolla cualquier realidad social, en su dimensión objetiva o subjetiva, tiene su origen o génesis, en la
manera como se conforma, organiza, planifica y se gobierna el núcleo familiar.
Para cumplir con su misión rectora, la familia
debe gobernarse con criterios de eficiencia, eficacia, equidad,
sustentabilidad, sinceración y transparencia; pero además haciendo énfasis en
las limitantes, prioridades y potencialidades propias del grupo de seres vivos
que la integran. Donde preceptos éticos como los siguientes se muestran como
pilares claves en la efectiva gerencia del hogar: “arroparse hasta donde llegue
la cobija”, “sembrar para recoger”, “no
dar los peces, sino enseñar a pescar”,
“distribuir la riqueza equitativamente siempre
y cuando haya sido producida con trabajo
y esfuerzo”, “todos tienen las mismas oportunidades en función de desarrollar
sus capacidades que lo hagan ser productivo”, “diversificarse para progresar de
forma sustentable”, o “primero ser útil para después ser importante”.
Como un contraejemplo de
la anterior línea de pensamiento se ilustra una situación (cualquier parecido
con la realidad simple coincidencia) de un grupo familiar integrado por cinco personas.
El mismo devenga un sueldo mensual de cinco mil bolívares, no obstante de tener
gastos necesarios en el orden de los 14
mil bolívares. El saldo presupuestario al comparar los egresos y los ingresos en este caso arrojará un resultado negativo de 9 mil bolívares
(déficit presupuestario), lo que les obliga a actuar en alguna o en todas de las
siguientes posibilidades: reducir gastos, buscar alternativas de ingreso
(“matar tigritos” o especular cualquier cosa) o endeudarse. No obstante, si los
gastos son necesarios implicaría reducir su calidad de vida; realizar actividades
alternativas de empleo redundaría en reducir la capacidad productiva (“el que
atiende dos negocios uno o ambos lo hace
quebrar”); y la posibilidad de endeudarse, lo llevaría a un escenario de mayor
déficit presupuestario o déficit estructural, con lo que el círculo nocivo se
agravaría.
Consecuentemente, si el
grupo familiar presenta debilidades o ausencia evidente en lo que respecta a educación en valores, tal situación de
crisis conlleva a un escenario o
realidad subjetiva caracterizada por los siguientes rasgos: I) Sembrada la
propuesta en el subconsciente que todo se obtiene sin esfuerzo; II) Ricos o
ricos por naturaleza; III) Consumir como sinónimo de prestigio; IV) Marginar la
producción nacional a favor de la extranjera; V) Privilegiar a la persona, sin
tener la capacidad o el rendimiento mínimo exigido; VI) Egocentrismo como
esencia y sustancia de vida; VII) Viveza criolla desplaza la honestidad.
El complejo sistema
económico de un país como Venezuela, es posible analizarlo y encontrarle
solución contundente a sus problemas (estructurales, históricos y
éticos-culturales), a través del modelo
familiar aquí descrito de forma general. El mismo explica a cabalidad, y de
forma contundente, las relaciones esenciales que se establecen entre los
diferentes agentes o sujetos activos de una realidad. Así por ejemplo, de
acuerdo a estimaciones econométricas propias,
el Déficit Fiscal de Venezuela en el 2.014 se ubicará aproximadamente en 25% del Producto Interno
Bruto (PIB): lo cual significa que el 25% de lo que se produce en nuestro país es
el equivalente para solventar las necesidades de la población. Pero dado que la
situación es de tipo estructural, la manera de subsanar dicho saldo negativo
del presupuesto nacional es a través de endeudamiento interno y externo, con la
consecuencuente generación de dinero inorgánico, elevación de la tasa de
inflación (tres dígitos), empeoramiento
de la tasa de interés negativa, la sobrevaluación del bolívar, etc. Y lo peor:
que a los miembros de la gran familia
venezolana se le siga mostrando una “realidad
subjetiva” completamente distorsionada e
insostenible.
Pedro
Morales. Economista. Docente Universitario. UNET-ULA.
@tipsaldia / Móvil: 0424-7582277
Comentarios
Publicar un comentario