Hegemony



El padre de la patria, Simón Bolívar, declaraba (Discurso de Angostura, 15-02-1819): “Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones… Un pueblo pervertido, si alcanza su libertad, muy pronto vuelve a perderla; porque en vano se esforzarán en mostrarle que la felicidad consiste en la práctica de la virtud…”

Por consiguiente, de conformidad con esta enseñanza inmortal, se puede atestiguar desde la sabiduría popular que el problema de la escasez de la gasolina (dentro de la gran crisis multidimensional) que de hecho paraliza en definitiva toda actividad e incluso a los  mismos “paros escalonados” conducentes al paro nacional que promocionan sus “ideólogos”, no se resolverá mientras se margine el correcto proceder de “sincerar, cualificar y cuantificar la crisis” con “independencia intelectual”, y se siga retrasando lo que debe hacerse en materia económica para contrarrestar las graves distorsiones y desviaciones existentes, que a propósito de tal complejidad tanto los asesores del gobierno como también los de la oposición “ignoran” o rehúyen.

Pero, al contrario, todo seguirá agravándose sostenidamente en análogos e inequívocos términos, como lo  expresaba el jefe del gobierno de España (1965): “Las cosas son como son y no como nosotros quisiéramos que fueran. Se necesita trabajar con las realidades del mundo nuevo y no con quimeras. ¿No es Rusia una realidad con la que ha habido que contar? ¿No estaremos en esta hora sacrificando el futuro a aparentes imperativos del presente?”. Igualmente, “el infierno está empedrado de buenas intenciones”, lo que obliga a estar en consonancia con las formulaciones teóricas del engorroso transitar “de la dictadura a la democracia” planteadas por Gene Sharp (2003): “Algunos Estados extranjeros actuarán contra la dictadura, pero solo a fin de ganar para sí mismos el control  económico, político y militar del país”.

Así planteadas las cosas sigamos centrando la atención en algunos hechos trascendentales relacionados con el siguiente escenario real y verídico:

Con el propósito de evitar una depresión similar como la de los año treinta se llega a un conjunto de acuerdos donde se faculta a un país (Estados Unidos) que imprima a gran escala una moneda (llámese dólar) que debe usarse y aceptarse a nivel mundial para todas las transacciones de bienes y servicios, incluido el principal producto que dinamiza el planeta tierra: el petróleo.

Todo ello hace que la demanda de dicha divisa se incremente y a su vez su valor de cambio, lo que implica un alto  crecimiento y bienestar en ese país (Estados Unidos), pero también lleva entrelazado un aumento de las importaciones y la merma de las exportaciones,  arrojando una balanza comercial con saldo negativo. Igualmente, por otro lado se presenta un mayor déficit fiscal debido entre otros factores al aumento del gasto público a la par de la deuda total, dado que los recursos excedentes que obtiene principalmente la OPEP (década de los años setenta) lo  invierten en esta economía sólida en función de su moneda hegemónica… Pero llega un momento que dicho signo monetario debe devaluarse, explota la crisis petrolera, aparece la estanflación y se arraiga la guerra fría en toda sus modalidades y formas.

En efecto, la hegemonía mundial de Estados Unidos está sustentada esencialmente en el dólar. Por ello todos los esfuerzos para mantener una moneda fuerte que siga siendo demandada y utilizada por el mundo entero. Fundamento que tiene su  génesis en los acuerdos de Bretton Woods  y ratificado cuando se establecieron los pactos con el mundo árabe para que todo el petróleo vendido se pagase en divisa estadounidense. Entonces, no es para menos la preocupación estratégica por tener controlado y proteger militarmente todas las zonas donde existe el petróleo que surte al país, sus aliados de Europa y el mundo en general. Por supuesto que es una guerra por el petróleo pero detrás de ello una guerra por mantener la hegemonía del dólar o dollar hegemony: lo contrario significa el colapso.

Fuente: “Perspectiva Económica y Académica Contemporánea”. UNET. Años: 2018-2019.


Pedro Morales.
Economista ULA (1989)
Docente Universitario ULA-Mérida (1991-1996)-UNET (desde 1997)

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