Familias del Táchira invierten el 90 % de sus ingresos en compra de alimentos




El economista, investigador y docente de la Universidad del Táchira -UNET- Pedro Morales realizó una investigación en la que participó más de un centenar de estudiantes, docentes y trabajadores universitarios del Táchira, a los que se les consultó: Del ingreso familiar mensual ¿qué porcentaje destinan a la compra de alimentos

Las respuestas revelaron que en un rango entre el 55 % y 100 % de los ingresos de los sancristobalenses son usados para comprar alimentos, y más de la mitad de los consultados se ubicó de 90 % hacia arriba.
Hay quienes aseguraron que las oportunidades de diversificar los consumos cada día son mínimas y se está invirtiendo más del 100 % del presupuesto en compra de comida porque no hay otra alternativa y alimentarse es una prioridad vital del ser humano.
De acuerdo a Morales, las preguntas de su encuesta fueron detonantes para que los participantes manifestaran preocupación y descontento por la pérdida de su poder adquisitivo.

“A parte de destinar casi todo su ingreso mensual en la compra de comida, los encuestados confiesan estar preocupados porque en algunos casos los ingresos no alcanzan para satisfacer la demanda familiar y se están viendo en la necesidad de buscar ingresos extraordinarios para tratar de mantener el poder adquisitivo”, precisó el economista.
Más de 60.000 bolívares se requieren por mes para “medio vivir”, en eso coincide la mayor parte de los que intervinieron en el sondeo. “Un kilo de carne para una familia de tres integrantes se va en 2 días, ¿y el resto del mes? Además, si se gasta 80 % o más en alimentos, ¿cómo se paga luz, agua, saldo del teléfono, transporte, servicio de aseo, gas y televisión?, indicaron. 
Pedro Morales dijo que el universo de los encuestados da por sentado que los bajos ingresos, la inflación y la pérdida del poder adquisitivo han generado “el fenómeno de la delincuencia y el bachaqueo en San Cristóbal”.

Se trabaja solo para comer

No solo las amas de casa se quejan del alto costo de los productos, lamentos van y vienen entre los miembros del grupo familiar que no solo tienen que desafiar la inflación y la escasez, ahora están obligados a reconducir su presupuesto, limitar las compras y cambiar hábitos alimenticios, preferencias, costumbres y conformarse con lo que hay, debido a la caída estrepitosa de su poder adquisitivo.

“Uno no come lo que quiere, sino lo que pueda comprar o que se consiga. Llegará el día en que no podamos comer proteínas a diario”, dijo el economista.

Por su parte, Omar Sánchez, propietario de un puesto de víveres del mercado de los “Pequeños Comerciantes” de San Cristóbal, explicó que a comienzos de año el cartón de huevos (de 30 unidades) se vendía en menos de 300 bolívares, pero en los últimos meses el precio se ha elevado en más de 130 %. Hoy la docena oscila entre 300 y 360 bolívares y el medio cartón (15 unidades) entre 375 y 450 bolívares, y la unidad en 40 bolívares.

“Quienes comercializan los huevos dicen que el alimento para las gallinas poco se consigue y si lo encuentran es costosísimo. Los cartones para empacar el producto también suben, igual que el pabilo con el que se amarran. Le explicamos a los clientes todo esto y sin embargo la gente se queja porque quienes ganan un sueldo mínimo ni con un día de trabajo pueden comprarse medio cartón de huevos”, dijo el vendedor.

Algunos alimentos que eran accesibles para cualquier persona ahora son consumidos solo por quienes tienen mayor poder adquisitivo, dijo José Arias, vendedor de frutas. Las manzanas, peras, ciruelas, kiwi y uvas ya casi no llegan porque se traen de afuera, y con el precio del dólar su costo se ha elevado al punto de que una manzana se consigue entre 650 y 700 bolívares, el doble de lo que gana un trabajador común por jornada diaria, y la caja tiene un valor de 40 mil bolívares.

Con el repunte en el costo de los alimentos y la inversión que requiere adquirirlos, los tachirenses han dejado a un lado aspectos importantes de la cotidianidad como la recreación, vestuarios, inversión educativa y hasta la atención médica, pues el ingreso mensual de un trabajador común no compensa el gasto para cubrir todas sus necesidades.

Fuente:
Rosalinda Hernández C. / rosalindahernandezve@gmail.com.-

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