La Rutina del Venezolano se fundamenta en luchar en contra de la Inseguridad, el Desempleo y el Alto Costo de la Vida.

 “La  pobreza degrada y destruye moral, psíquica y biológicamente la vida humana. La existencia de privaciones es una aberración social, un signo evidente del mal funcionamiento del sistema social”. Según algunos enfoques dominantes un individuo u hogar  es pobre cuando: 1) Su ingreso esta por debajo del valor de una canasta básica de bienes y servicios considerada necesaria para un nivel de vida satisfactorio; 2)  Ganas menos de la mitad del ingreso per-capita de su país; 3) Es incapaz de satisfacer un cierto conjunto de necesidades de nutrición, salud, vestuario, vivienda, educación, seguridad, empleo,  etc.

En tal sentido, aspectos conflictivos de orden situacional tales como, definición de los candidatos de la mesa de la unidad, el enfrentamiento ideológico entre capitalismo y socialismo, la eliminación de concesiones de los medios de televisión; etc. ;  ocupan un orden de jerarquía secundaria   para el común del venezolano, una vez que percibe que  su pobreza  le obliga a concentrar  todas sus capacidades para enfrentar y resolver prioritariamente su situación rutinaria  que puede describirse de la siguiente forma:

Los tres principales problemas de los venezolanos son la inseguridad, el desempleo y el  alto costo de la vida. Partiendo de esta realidad irrefutable de los venezolanos que no están en la situación de desempleo, la mayoría de los que están empleados deben conseguir el sustento diario de su núcleo familiar en un lugar lejos de su hogar. El venezolano común se levanta a muy tempranas horas del día, y muchas veces con  solo el cafecito debe  dirigirse su trabajo, en unidades de transporte que en la mayoría de los casos rebasan  su capacidad para brindar un cómodo servicio, aparte de soportar los gustos musicales del dueño de la unidad; Con el riesgo latente de llegar tarde al sitio de trabajo debido algún tranconazo por alguna protesta comunitaria, accidente vial  ó ser  sorprendido por el hampa común ó organizada, lo que en la practica se traduce por una amonestación verbal del jefe, el descuento salarial o el despido del trabajo.

Pensar en la constitución de una familia con buena calidad vida es prácticamente una misión imposible, debido a que desde el primer momento en que se engendra un ser la factura de gastos crece de manera exponencial en función de la corriente de ingresos que proyecta la familia. Así por ejemplo, el  sueldo que percibe el venezolano es absorbido de inmediato por la escasez y el alto costos de los alimentos, lo que transforma en una odisea  el problema de resolver el quehacer diario de cubrir la alimentación de los miembros de la familia. Ahí tenemos por ejemplo, el precio de la leche, el queso, la harina, el pollo, donde la solución la proponen algunos es dejar de comer, ó quizá dejar de bañarse por el problema del Guri, y  acostumbrarse a la situación de adquirir  velas y acostarse muy temprano.

Debe mencionarse también que gran parte de los gastos diarios de los venezolanos es financiado gracias  al crédito que le proporciona el buen amigo de la carnicería, la pulpería, ó el zapatero. Aparte que se caracterizan por vivir de inquilinos pagando unos alquileres que sencillamente no le permiten proyectar un futuro cierto. Y sin pensar en la terrible posibilidad de enfermarse, ya que los costos relativos  de acudir a una clínica, ó poder adquirir las medicinas aparte de escasear son sencillamente inalcanzables por los altos precios de venta que presentan. Derivando  lamentablemente un desenlace fatal, con la calamidad de no disponer la capacidad económica básica para recibir un digno servicio fúnebre.

Pedro Morales

Docente Universitario (UNET)