Devaluación a la medida
El primer colorario de las medidas cambiarias anunciadas por el gobierno de Maduro fue que los bonos en dólares de la deuda externa, cuyo vencimiento debe registrarse en el 2027, bajaron 3,38 centavos, la mayor declinación desde el 5 de enero pasado, hace más de un mes, dijo Bloomberg News.
En la actualidad, los bonos venezolanos tienen un precio de 42,17 centavos por dólar. Antes de divulgarse las medidas, los bonos habían subido 1,89 centavos de dólar, pues existían esperanzas de que los anuncios del gobierno de Caracas beneficiarían a los inversionistas.
Según dijo la agencia noticiosa, la caída de los bonos venezolanos fue resultado del “escepticismo” que cundió al divulgarse las reformas. Muchos dudan que las nuevas disposiciones “atenúen la escasez de dólares que está paralizando la economía”.
Por su parte Andrés Schipani, corresponsal de The Financial Times en la región andina, dijo que “En lugar de claridad, aumentó la confusión” en Venezuela luego que integrantes del equipo económico prometieron reformas “al disfuncional sistema de venta de divisas”.
El bizantino sistema de canje de bolívares presuntamente fuertes por dólares aparentemente débiles, es el siguiente: un 70 por ciento de los dólares destinados a cubrir “las necesidades económicas” de Venezuela serán proporcionados a la tasa oficial de 6,3 bolívares.
El 30 por ciento restante será ofrecido a una pauta variable que comenzará a 12 bolívares por dólar. A partir de allí, el cielo es el límite. Habrá un tercer canal de canje, bautizado Simadi, donde podrán adquirirse dólares según las normas de la oferta y de la demanda.
De acuerdo a The Financial Times, circulan versiones en Caracas que el nuevo mercado podría operar a unos 120 bolívares por dólar, “superior a la tasa máxima de 50 bolívares disponible durante el sistema actual, pero aún inferior a la tasa en el mercado negro de 187 bolívares”.
Francisco Rodríguez, jefe de economía de la región andina del Bank of America Merrill Lynch, dijo que “no existen muchas razones para mostrarse muy optimista. En seis meses, tendrán que volver a revisar” las medidas.
En el único sector donde el gobierno bolivariano sigue mostrando su enorme creatividad es en los acrónimos. Schipani recordó que en el último par de años, los profesores Jirafales de la Revolución Bonita crearon el Cencoex, con una tasa de 6,3 bolívares por dólar; el Sicad 1, con una cotización de alrededor de 12; el Sicad 2, “originalmente rotulado como una plataforma de mercado libre, a unos 50 bolívares”, y ahora, el Simadi.
Risa Grais–Targow, economista del Eurasia Group, informó a sus clientes que “en esencia, el régimen de control de cambios luce muy parecido al ya existente”. La única diferencia es que el Sicad 2 emigró hacia el Simadi, “aunque a una cotización mucho más débil”.
Y si el Sicad 2 fue sometido a cirugía facial y reciclado como Simadi, dijo Rodríguez, “es porque el Sicad 2 no funcionó”.
El corresponsal de The Financial Times, expresó dudas que el Simadi resuelva los problemas financieros de Venezuela. “El país tuvo el peor desempeño económico en América Latina durante el año pasado”, recordó.
La contracción del Producto Bruto Interno fue del 2,8 por ciento. El pronóstico del Fondo Monetario Internacional para el año 2015 es de una contracción económica del siete por ciento.
El sistema de tres bandas inventado por el chavismo para el canje de divisas ha conducido a una serie de distorsiones y a beneficiar a unos pocos. Según The Wall Street Journal, el mismo gobierno ha reconocido que la brecha entre el dólar oficial y el del mercado negro genera “grandes tentaciones.
Un importador consigue acceso a dólares justipreciados a 6,3 bolívares, crea falsos recibos de importación, y vende los dólares en el mercado negro con grandes ganancias”. El diario dijo que un ex funcionario chavista calculó que una tercera parte de las divisas adquiridas “eran destinadas a cancelar recibos falsos”.
De todas maneras, la otra alternativa propuesta por expertos para enderezar la economía venezolana: una devaluación lisa y llana del bolívar, tampoco hubiera alcanzado los resultados apetecidos.
“Con la popularidad del gobierno derrumbándose”, y una inflación anual del 63,6 por ciento, dijo The Wall Street Journal, “pocos creen que el gobierno tiene el capital político requerido para enfrentar el impacto inflacionario de una devaluación completa”.
A comienzos de semana, Standard & Poor’s bajó la evaluación de la deuda externa de Venezuela a “CCC”, dándole otro puntapié hacia el territorio de los bonos “basura”, que suben a cada rato de precio porque se los considera prácticamente incobrables.
Analistas de S&P señalaron que la inflación en el país podría superar el 100 por ciento al concluir el año.
Pese a todo, el gobierno sigue cancelando sus obligaciones con Wall Street. El ministro de Finanzas Rodolfo Marco Torres dijo que las agencias de evaluación de riesgos actúan en contra del gobierno bolivariano, pese a su compromiso de cancelar todas sus obligaciones.
En fecha reciente, el gobierno pagó 250 millones de dólares de intereses de la deuda, y en marzo solventará otros 2.000 millones de dólares. Pero la gran incógnita será la segunda mitad del año, cuando habrá que pagar intereses de la deuda por 9.000 millones de dólares.
La economista Grais-Targow, del Eurasia Group, dijo en su mensaje a los clientes que en su conjunto “los ajustes en el control de cambios tendrán, posiblemente, un impacto limitado”.
Al mismo tiempo, podrían “empeorar las distorsiones. Eso significa que continúan siendo altos los riesgos de algún tipo de evento relacionado con el crédito, o una crisis política” en los próximos meses.
Y finalmente, está el problema de la cotización del petróleo. El crudo venezolano pasó de 97 dólares el barril en junio, a unos 40 dólares en la actualidad. Como los ingresos petroleros representan el 95 por ciento de la recaudación de divisas fuertes por parte del estado, el descenso en el precio del producto repercute directamente en la población.
El pan nuestro de cada día en Venezuela es la ausencia de productos esenciales. La paciencia de los ciudadanos se cotiza ahora en la extensión de las colas. Y el gobierno no parece contar con muchas alternativas. Un día, hasta escasearán los acrónimos en Venezuela.
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