Salario desfasado: “no alcanza para nada porque no hay nada”


Desde mayo de 2013 hasta septiembre de 2016, son 13 las veces (de un total de 34 en los últimos 17 años) que  el Gobierno  Nacional ha formalizado el aumento del salario mínimo de los trabajadores (de forma desfasada), lo cual conforma un aumento acumulado del  260,0 %.  Pero  también, según cifras oficiales, en el mismo periodo, la tasa de inflación suma más del 400%, aparte que el índice de escasez o de “acaparamiento” ( o como se quiera llamar) pasó de un promedio de 30% a más del 95%: es decir, productos de la canasta básica o alimentaria que se encuentran “desaparecidos” del mercado tradicional e incluso del “negro”, debido fundamentalmente a la implantación e implementación de estructuras monopólicas u oligopólicas, sustentadas en la política de la  discriminación de precios o del sistema de precios diferenciados. Aunado, a que la variedad y calidad del producto ha mermado sustancialmente: “no se encuentra lo que se quiere sino lo que se logra encontrar”. (a)

Con el decreto No. 2.429 de la Gaceta Oficial 40.965 de fecha 15-08-2016, el “Salario Mínimo” que aún está muy lejos de equipararse al “Salario Mínimo Vital” (artículo 91 de la Carta Magna) se incrementa en un 50% (es decir, Bs. 7.525,50), por lo que se ubica en Bs. 22.576,73 mensual,  Bs. 11.288,35 quincenal, Bs. 5.644,18 semanal o Bs. 752,56 diario. Pero del mismo acuerdo se extrae, que el bono de alimentación se aumenta en un 128,6 % (pasando de 3,5 a 8,0 unidades tributarias), lo cual representa un cambio de Bs. 619,5 (3,5x 177) a Bs. 1.416,00 (3,5x177), o en términos mensuales de Bs. 18.585,00 a Bs. 42.480,00.

Lo anterior se encuentra enmarcado dentro de un escenario de hiper- estanflación, y bajo los efectos de la “ilusión monetaria”: la mayor “masa” de dinero que circula y que fluye hacia el trabajador, puede darle la “sensación” que dispone de un  poder adquisitivo pero de tipo “burbuja”, que se desintegra con la realidad volátil y “explosiva” de los precios, y la escasez evidente de productos necesarios para sostener una vida digna. Además, con respecto al bono de alimentación o cesta ticket, el mismo no es aceptado de manera universal: son cada vez menos los lugares o sitios de distribución de alimentos donde es bien recibido. Por otra parte, desde la perspectiva de los derechos   laborales, se observa  una tendencia regresiva con respecto al salario mínimo: la brecha aumenta en cada decreto (b)

(a) En mayo de 2016, por este prestigioso medio de comunicación, se publicó con el título ¿De dónde sale el 54% de aumento salarial para los universitarios?: “Para la situación de un trabajador que devenga en este momento un salario mínimo de Bs. 15.051,15,cuando se “deflacta” o se busca su equivalente para diciembre de 2007, resulta que el mismo es de Bs. 420,66 (15.051,15 ÷ 35,78), que es inferior a los Bs. 614,79 que regía para ese instante. En otras palabras, los trabajadores que reciben esta remuneración sufren de una pérdida salarial de Bs. -194,13 (Bs. 420,66 – Bs. 614,79).  Conviene aclarar de inmediato, que el salario mínimo de acuerdo a las cifras oficiales del INPC  debería ubicarse en los Bs. 21.974,68 (para igualarse a lo que se devengaba en diciembre de 2007), o lo que es lo mismo debe incrementarse en un 46%: el cual se sumaría a los aumentos experimentados desde noviembre de 2015 hasta mayo de 2016 que acumulan un 70%”.

(b) Sin mayores análisis y simplemente acudiendo a la fuente de sabiduría que representa la economía popular, se puede ilustrar la siguiente situación de cualquier grupo familiar  en Venezuela: el saldo presupuestario mensual al comparar los egresos  y los ingresos por lo general es negativo (déficit presupuestario), lo que obliga a actuar en alguna o en todas de las siguientes posibilidades: reducir gastos, buscar alternativas de ingreso (“matar tigritos” o especular sobre cualquier cosa) o endeudarse. No obstante, si los gastos son necesarios implicaría reducir su calidad de vida; realizar actividades alternativas de empleo redundaría en reducir la capacidad productiva (“el que atiende dos negocios  uno o ambos lo hace quebrar”); y la posibilidad de endeudarse, lo llevaría a un escenario de déficit estructural, con lo que el círculo nocivo se agravaría.

Pedro Morales. Docente Universitario. pmoral@unet.edu.ve ; @tipsaldia 

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