Diario La Nación.“Pesolización” de la economía venezolana. (03-06-2.015)
En la década de los
años 70 del siglo pasado emergieron varios
eventos de singular importancia para Venezuela, en lo que refiere a su
principal fuente de ingresos. Por una parte, la crisis energética, relacionada
directamente con la guerra de “Yom Kipur” (enfrentamiento bélico entre Israel y
los países árabes de Egipto y Siria, en el año 1.973), la cual propició el “Primer Shock
Petrolero”, donde el precio del barril del petróleo pasó de 2 a 12,
hasta los 32 US$. Adicionalmente, el
fortalecimiento de la Organización de los Países Exportadores de Petróleo
(OPEP), y la nacionalización de la
industria petrolera en el año 1.974, que permitió al tesoro nacional, obtener un
mayor monto de dólares proveniente de la renta petrolera. Por ejemplo, de los
casi 3.000 millones de dólares USA (MM$) que ingresaban al Banco Central de
Venezuela (BCV) en el año 1.973, para el año siguiente la cifra se triplicó, al
ubicarse en 9.300 MM$, hasta alcanzar en
el año 1.982 los US$ 79.315 millones.
Bajo estas condiciones,
el signo monetario venezolano, “bolívar”, en un corto periodo de tiempo pasó a
estar respaldado por mayor cantidad de dólares, e incluso, se estableció una relación de Bs. 4.3 por cada divisa
estadounidense: fortalecimiento ficticio debido a que no estaba soportado por
una producción diversificada, productiva
y sustentable. Además, esta época de “bonanza
petrolera” de la “Venezuela Saudita”, o del “¡ta barato!, ¡dame dos!”, proyecta con fuerza la “crisis de la deuda
externa”, al endeudarse el país de forma irresponsable (con complicidad de la banca
internacional) por un valor que superó los US$ 25 mil millones (se sumaban al
pote de los “petrodólares” para gastar y gastar a “mano rota”).
De tal suerte, que por
cada 100 Bs del presupuesto de gasto público, más del 90% del origen de los
fondos venían del petróleo y de la deuda contraída; sin embargo, sus
aplicaciones “prioritarias” estuvieron destinadas al “pleno empleo” en mano de
obra nacional y extranjera, pero a su vez en trabajos improductivos, y al fomento de inversiones destinadas a anclar
mucho más la economía de ensamblaje, consumista o al comercio con países
vecinos. No está de más recordar, los miles y miles de venezolanos que se desplazaban a Miami-USA y Cúcuta-Colombia,
para aprovechar las ofertas de bienes y servicios, gracias al “bolívar fuerte”,
que propiciaba en la práctica el contrabando de extracción o “bachaqueo”, desde
esos países hacia el nuestro: con las repercusiones desfavorables del caso.
En la actualidad
reaparecen con fuerza los desequilibrios y la crisis de valores. El agravante: un
“bolívar débil” ante una carencia de dólares. Situación percibida por la sociedad
en general, que no tiene vuelta atrás, hasta que el ejecutivo nacional no
rectifique su política económica. Ante el flagelo de la inflación, la opción
urgente que se está asumiendo, para protegerse de la pérdida del poder
adquisitivo y de la descapitalización patrimonial, es adquirir un bien duradero
(tal como un vehículo) o dólares, pero
la realidad indica que están en absoluta escasez. Así que la alternativa viable
se dirige hacia la compra de una moneda fuerte como el peso colombiano. De esta
forma, pudiera estar adelantándose un proceso de “pesolización” o de
“pesolizar” (permítanme acuñar el término)
la economía, es decir, la compra masiva de
pesos colombianos como una forma de resguardarse ante la anulación de
las funciones del bolívar: reserva de valor, unidad de cuenta y medio de pago.
No es casual entonces, que
en las últimas semanas en Colombia, mientras el tipo de cambio peso colombiano con
respecto al dólar USA ha venido apreciándose, ubicándose por ejemplo el día
27-05-2.015, en los 2.542,53 pesos por 1 US$; por otra parte, la relación
oficial en Venezuela, se encontraba en ese mismo día en 6,30 Bs por 1 US$, o el
dólar Simadi en Bs. 199,0620. Circunstancias estás que “invitan” a comprar la
moneda fuerte del peso, debido a las bondades que ofrecen las comparaciones
“oficiales” con la realidad cambiaria: i) 2.542,53 / 6,30 = 403,58 pesos por
cada bolívar; o, ii) 2.542,53 / 199,0620
= 12,77 pesos por bolívar.
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