“Muchos van a la política para defender intereses puramente personales”
“Muchos van a la política para
brillar, para surgir, para destacarse: motivos pobres. Otros para defender
intereses de un gremio obrero o capitalista, o lo que es más triste todavía,
puramente personales; para disfrutar de una influencia que se puede hacer
pagar, motivo indigno y bochornoso. Otros van a defender los intereses de su
partido, un motivo justo pero insuficiente, porque sobre los intereses del
partido están los intereses nacionales. Otros, Dios quiera que sean muchos, van
a la política para servir al país” (Hurtado, 2013)
El espíritu autonómico
del Estado y el conjunto de instituciones que lo componen, descansa en el principio de la racionalidad
moral, en el sentido que todos y cada uno de los ciudadanos que la
integran, en pleno acuerdo al dictado de la razón, orientada por la luz de la
Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, no solo tienen la
legitima prerrogativa de demandar y hacer cumplir sus derechos fundamentales,
sino también la indeclinable obligación ante Dios, la patria y la propia
institucionalidad que la consagra, de conocer y abocarse a la misión de
contribuir a la buena marcha y desarrollo ético de la gobernanza,
gobernabilidad y la correspondiente gestión institucional asociada, toda vez
que la política institucional y autonomía
constitucional que se ejerce desde diferentes dimensiones, tiene la
potencial capacidad de poder vincular, integrar y articular en positivo, a cada
uno de sus integrantes entre sí, y en su consecuente e inseparable orden
natural con toda la sociedad.
Por consiguiente, estamos
plenamente convencidos que la gestión de cualquier organismo público o privado,
debe sustentarse y centrarse en los pilares de la política institucional y
nunca en la política partidista: menos aun a la incongruente e insensata que
propugna la conflictividad irracional.
Sin embargo, cuando los
motivos que impulsan el incursionar y movilizarse en el terreno de la política,
están basados en la satisfacción de intereses personales o de un grupo
determinado, actuando y decidiendo a espaldas de la sociedad o comunidad a
quien se le debe informar y rendir cuentas de manera clara, transparente y
detallada, lo cual margina de esta forma a la mayoría o en absoluto detrimento
de ella, aparte de ser inmorales y
antiéticos, enlodados en el terreno movedizo de lo miserable, indecoroso,
indigno y bochornoso, contrarían en diametral oposición con la virtudes
teologales (fe, esperanza y caridad) y
los dones espirituales (sabiduría,
inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios). Corolario: En efecto existen
personas que se meten en la política para su propio beneficio, o sencillamente para satisfacer su ego,
esperando siempre que los de su entorno le manifiesten que lo está haciendo muy
bien, que está brillando con su
gestión.
De acuerdo a Jean Monnet
(1888-1979) “los hombres pasan, pero las
instituciones quedan; nada se puede hacer sin las personas, pero nada subsiste
sin instituciones”, así que ellas
(las instituciones) como estructuras orgánicas creadas para cumplir las
diversas misiones rectoras del Estado, requieren
que sus dirigentes o responsables de su gestión institucional, emitan información de primera fuente, acerca
de la situación actual del país y/o del organismo particular que se gestiona, además
de los planes que se tienen proyectado ejecutar en el corto, mediano y largo plazo,
que favorezcan en conjunto su desenvolvimiento
sostenible y sustentable, dados los nuevos tiempos tildados de fenómenos,
circunstancias y acontecimientos absolutamente fundacionales y estructurales,
que a todas luces hacen vislumbrar una nueva era.
Entonces,
es necesario acogerse a la connotación positiva de Eclesiástico 10,1-3 cuando postula que: “Un gobernante sabio instruye a su pueblo;
el gobierno del prudente es ordenado. Según el gobernante, así son sus
ministros; según el jefe de la ciudad, así son sus habitantes. Un rey
licencioso arruina a una ciudad; si los gobernantes son sensatos, la ciudad
crece”. En otras palabras, incursionar en la política debe hacerse con la
convicción que se va servir al país, a la sociedad, a la comunidad institucional a la que se debe y pertenece,
siempre en el continuo proceso de
conversión a favor de una congruencia en
el buen pensar, hablar y actuar, en cónsono equilibrio entre la religiosidad y
la espiritualidad.
Por
tanto, el político y cualquier funcionario que ocupe un cargo de dirección
institucional, no debe quedarse en la perversidad de la cultura de los
privilegios, la demagogia
manipuladora, el populismo político, el clientelismo sectario y estar jugando con diferentes bandos a
conveniencia personal, sino que “es necesario comenzar a salir del
ambiente enfermizo de las preocupaciones egoístas”, y concentrar todos los
esfuerzos para el logro
de mitigar los dolores sociales, resolver los problemas económicos o solventar
las deficiencias de recursos de los más vulnerables.
Digresiones
espirituales:
Por lo general, a nadie le simpatiza que lo llamen a la
conversión y rendir cuentas de sus pensamientos, discursos y actos. Pero es un
hecho inevitable que si no se logra la transformación del ser, la “Justicia
Divina” no lo dejará pasar…”Porque no hay
nada oculto que no llegue a descubrirse, ni nada secreto que no llegue a
conocerse. Por eso, todo lo que ustedes hayan dicho en la oscuridad, se dirá a
plena luz, y lo que hayan dicho en voz baja y en privado, se proclamará desde
las azoteas” (Lucas 12, 1-7)
Frente la existencia de una generación perversa, la obstinación
de corazón y la soberbia espiritual que se mueve en un escenario de pecado,
siempre persisten en abundancia la gracia y misericordia de Dios en todo acto
de la vida humana (Lucas 11, 29-32).
La Iglesia Católica, Apostólica y Romana, al igual que toda
institución que en esencia lucha para “vencer las sombras”, debe ser protegida
por todos sus integrantes, ante las asechanzas del maligno y sus
secuaces, que con hipocresía existencial se muestran como mansas
ovejas... (Lucas 11, 47.54)
"No me avergüenzo de predicar el Evangelio, que es una
fuerza de Dios para salvar a todos los que creen...El justo vivirá por medio de
la fe... Dios manifiesta desde el cielo su reprobación contra los hombres
impíos e injustos..." (Romanos 1, 16-25)
Referencias:
1) El Nacional
(09-10-2021). ¿Quiénes se benefician de la economía fronteriza
colombo-venezolana?: https://bit.ly/3lIUOlc
2) Hurtado, A. (2013). Humanismo Social: https://bit.ly/3aCAMTi
3)
Morales, P. (2020). Economía Política. Una perspectiva desde la espiritualidad (¡Jesús en ti confío!):
https://bit.ly/3DDsHuN
Fuente: “Perspectiva Económica y Académica Contemporánea”. UNET.
Años: 2018 al
2021.
Economista
ULA (1989)
Docente
Universitario ULA-Mérida (1991-1996)-UNET (desde 1997)
Profesor
Titular
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