Diario La Nación: Sincerar, cualificar y cuantificar la situación de crisis (01-07-2.015)
Los impactos o conjunto de externalidades negativas generadas por el conflicto bélico conocido
con el nombre de segunda guerra mundial (1.939-1.945), significaron para el
continente asiático (en particular Japón), y fundamentalmente para el continente europeo, el sobrellevar una
realidad apocalíptica, es decir, un escenario trágico caracterizado por la ruina absoluta y el infortunio colectivo.
En el caso concreto de Europa, aparte de ser humillantemente repartida
como cualquier vulgar botín, para el año 1.947, al sincerar, cualificar y cuantificar
la situación de crisis de post guerra, el panorama del “viejo continente”
presentaba el siguiente cuadro: destrucción masiva de la infraestructura económica,
social y política (capacidad productiva, aparato agrícola e industrial, vías de
comunicación, plataforma hospitalaria, base educativa, etc.), desequilibrios
macroeconómicos recurrentes (caída del producto interno bruto; inflación;
desempleo; déficit fiscal y comercial; inestabilidad del tipo de cambio, etc.
), potencial condición de hambruna, y una multiplicidad de problemas de todo
tipo, que reclamaban con urgencia su solución por parte de una población que
rondaba los 285.000.000 de habitantes.
Sin embargo, es un hecho inobjetable,
que Alemania como icono de este
conflicto militar, y principalmente en lo que refiere a la Germania Occidental
(desde Berlín hasta Francia), logró superar con creces la adversidad, reiniciar la ruta
del auge y afianzarse en la vía del progreso sustentable. Todo ello gracias a:
i) La autocrítica sincera y conocimiento pleno
de su realidad (valorando lo retrospectivo como fundamento para lo prospectivo);
ii) La fortaleza de sus instituciones e independencia de los poderes públicos;
iii) La legitimidad y credibilidad de sus gobernantes o representantes;
iv) La consolidación de la meritocracia
y del sistema de valores morales y éticos; v) La responsabilidad de los
funcionarios del Estado y sociedad en general; vi) La vocación para el trabajo
y dedicación al estudio; vii) La aplicación de políticas coherentes en todas
las dimensiones de la sociedad; viii) El consenso para diversificar e incrementar
la productividad como sustento de mejores remuneraciones; ix) La inversión
social (educación, salud, seguridad, etc.) prioritaria ante los gastos
militares; x) El aporte financiero externo.
Esta recuperación experimentada por
Europa Occidental (contraria al destino que siguió la Oriental bajo la tutela
de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas: URSS), fue cobijada por el “Programa de Recuperación Europea”
(European Recovery Program: ERP) o Plan Marshall , el cual se plasmó en el flujo de recursos monetarios desde USA,
por un monto aproximado a los 17.000
millones de $ USD (a ser ejecutados durante tres años desde 1.948), y que
haciendo los ajustes correspondientes con el índice de inflación de EEUU son
equivalentes a los 167.000 millones $
USD (año 2.014). Aprovechando estas cifras se puede hacer una comparación para
el caso venezolano: para el periodo 1.958-1.988, los ingresos por venta
de petróleo alcanzaron el monto
aproximado de los 400.000 millones de dólares USA (USD), es decir, 2,40 veces
del ERP. Luego, a partir de 1.998, lo percibido por el mismo concepto, los
recursos sobrepasan los 900.000 millones $ USD: 5,40 veces del ERP.
Finalmente, una
sociedad donde sus valores están trastocados o los paradigmas sufren
transformaciones decadentes, es conducida de manera irreversible hacia estadios
de caos y anarquía. No obstante, estas no fueron las circunstancias que
rodearon la recuperación y auge de la Europa Occidental. Por fortuna para ellos,
la visión compartida, la implementación de un plan estratégico (a) y la coincidencia
de los diferentes grupos sociales en cuanto a un sistema de valores como la
responsabilidad, la dedicación, el compromiso, etc., resguardaron toda la
actividad desarrollada de manera exitosa.
(a) “La táctica consiste en saber
qué hacer cuando hay algo que hacer. La estrategia, en saber qué hacer cuando
no hay nada que hacer”. Savielly Tartakober (1.887-1.956)
Pedro Morales. Docente Universitario.
Facebook:
Unet Economía. @tipsaldia
Comentarios
Publicar un comentario