Deflación social

 

“Escenario I: la  estimación  para junio 2019 del salario mínimo de los trabajadores venezolanos se ubicaba alrededor de los  1.000 dólares” (Morales, 2019) 

Parte I:

La fulana reconversión monetaria representa más de lo mismo, que no significa un bienestar para la sociedad en su conjunto, al no corregir los desequilibrios macroeconómicos, microeconómicos, ni efectos colaterales como la deflación social (colapso, padecimiento y desintegración del tejido fundacional y estructural de la sociedad);  y menos aún que redunde al logro y mantenimiento de un salario mínimo vital como referente básico de las diferentes estructuras salariales de los trabajadores. Por lo tanto,  en lo económico es una medida de carácter efectista más que de significancia efectiva.

Por otra parte, un poder adquisitivo agravante, es aquel que no proviene de una actividad económica de un determinado país, pero que significa en la práctica una subida al  nivel positivo del  poder de compra de una persona o núcleo familiar que se encontraba en cero o en valores negativos, favoreciendo o permitiendo de esta forma aumentar la cantidad demandada y/o la demanda de un conjunto de productos o servicios en ese mismo país, lo que en apariencia muestra una mejora en la calidad de vida en lo individual.

Sin embargo la anterior situación contribuye a conformar una serie de secuelas, como las relativas a una mentirosa expansión económica tipo burbuja, el brote expansivo de la inflación y la devaluación continuada; afectando así a los otros miembros de la sociedad que no cuentan con el supuesto “beneficio de poder adquisitivo”, pero igualmente en el transcurso de muy poco tiempo, también se revertirá contrariamente a los que inicialmente se sentían privilegiados. Así llegamos a un empeoramiento del colapso de la población en todos los órdenes, llegando y  transitando en un escenario de deflación social.

Parte II:

A nivel mundial el covid-19 ha generado una situación de cierres de empresas o la obligada reducción en la capacidad (menos productos equivalentes a menos oferta), lo que propicia un incremento de la inflación: al originarse la escasez extendida y generalizada.

El otro factor está referido a la matriz originaria de los dólares o  Reserva Federal (FED) o Banco Central de los Estados Unidos de América  (USA),   que con el propósito de combatir los efectos de la crisis sanitaria, se concentró en la tarea de emitir cada vez más  dólares (de los que generalmente generan) a través de la expansión de la oferta monetaria, lo que se ha traducido en una porción de dinero transferida a la población estadounidense bajo la figura de incentivos. Esto con el objetivo  tener activada la demanda de bienes y servicios, lo que significa  una mayor cantidad de dólares en circulación, pero sin mejorar la economía real estadounidense, impactando negativamente el nivel general de precios (inflación y tasas de interés negativas), pérdida del poder de compra del aún dólar “hegemónico”,  y conllevando irremediablemente a la progresiva deflación social de la población.

Digresión: Desde 1978 se realiza el “Simposio Anual de Jackson Hole”.  La FED  invita a sus pares, políticos y académicos del mundo de las finanzas.  De las deliberaciones llevadas a cabo este año en torno al tema “Políticas Macroeconómicas en una economía desigual”, se arrojan indicios acerca de la pronta activación del tapering o reducción gradual de las medidas extraordinarias de política monetaria de carácter expansiva.

            Cuando nos ubicamos en la realidad venezolana, particularmente no se disponen de las reservas internacionales mínimas necesarias, lo que permite aseverar en términos coloquiales, que no tenemos dólares, es decir, la oferta oficial es extremadamente reducida y restringida; y no obstante que esté dolarizada la economía, no está respaldada por dicha divisa “fuerte”, y menos aún por un aparato productivo diversificado y autosustentable. Los dólares que llegan al país para movilizar el sistema económico (y que lo hace aparentar como una burbuja o de falsa bonanza dado el poder adquisitivo agravante que promueve) se establecen en términos de las remesas que alcanzan a más de  10 millones de venezolanos.

Pero nuestro país así se muestre dolarizado, la economía no responde a una situación y condición de dolarización de acuerdo a los cánones teóricos que la sostienen, principalmente porque aquí no se produce de manera integrada en términos de los sectores primarios, secundarios y terciarios, sino fundamentalmente a través de un sector servicio que no es pertinente para impulsar una reactivación económica diversificada. En otras palabras, aquí no producimos lo suficiente, la materia prima proviene del exterior cotizada en dólares (y agregado el factor inflacionario de su país de origen). Además el componente del dólar controlado es una absoluta falsedad, esto porque todos los agentes  económicos privados y públicos, ajustan el precios de sus bienes y servicios al tipo de cambio del mercado negro o paralelo (que en general está por encima del tipo controlado).

El otro elemento inflacionario radica en el sin límite número de intermediarios  que se motivan y movilizan en base a los precios dolarizados, significando que desde que se inicia esa cadena de comercialización de cualquier producto hasta que llega al consumidor final, existe una sucesión o secuencia incremental de los precios tasados en dólares. Entonces todos estos factores se alinean y se conjugan para generar una inflación que hemos llamando megahiperestanflación (no solamente en bolívares sino también en dólares), esto debido a  la subida sostenida de los precios pero sin activar la economía real de la economía: que es la que realmente influye al  arranque de la producción como tejido multimodal en la ruta hacia el crecimiento sustentable.

Por supuesto también en nuestra situación está el aspecto político, que genera un fenómeno de incertidumbre, que igualmente cumple su función o contribuye al incremento generalizado del nivel general de precios. En efecto la incertidumbre es otro factor clave, esto a razón que todo venezolano en su gran mayoría, minuto a minuto, hora a hora, día tras  día, está esperando que el precio del dólar seguirá subiendo. Existe una expectativa negativa bien clara, porque se encuentra vigente y presente los causales de inestabilidad y conflictividad política, donde se aprovechan los mismos agentes o actores políticos que están y mantienen el conflicto para jugar perversamente con esa condición perturbadora. Explica esto entonces las variadas cotizaciones de la moneda estadounidense, o n tablas de relación bolívar con respecto al dólar (la mayoría de ellas improvisadas y creadas con el fin de alimentar esa expectativa nociva para la tranquilidad del país), y que lamentablemente rigen momento a momento el comportamiento de la vida y actividad económica venezolana.

Y el otro ingrediente muy relacionado con las expectativas es el especulativo. Todo el que pueda especular lo hace, no existe un precio de referencia de los bienes y servicios en términos generales. Cada quien cotiza el precio que quiere, y en esa dimensión, como antes lo expresamos, hacen y deshacen los intermediarios. Por ejemplo, en el mundo agrícola siempre existió y seguirá ocurriendo,  que el precio inicial de dicha producción desde el productor respectivo a puerta de finca, es relativamente muy bajo con respecto al que se realiza la transacción final en el mercado, y todo como consecuencia que en la cadena de “comercialización” aparecen cualquier cantidad de intermediarios (aparte de las temibles “roscas”) les van incrementando progresivamente el valor monetario de dicha producción: encontrándose una gran diferencia de precio entre el momento inicial al final de dicha cadena.

Bueno, lo mismo está ocurriendo con absolutamente todo en Venezuela, en términos de una dolarización sin sustento de economía real y de reservas internacionales, multiplicando exponencialmente el aumento de los precios también en divisa extranjera, dado que determinado producto (de tal o cual característica y condición)  pasa por diferentes manos especulativas. Entonces el efecto FED, las expectativas negativas, la especulación y la conflictividad política se conjugan para convertir a la devaluación e inflación en un juego perverso y maléfico en contra de la población venezolana, empujándola por ende a un escenario de mayor deflación social para nada sencillo de neutralizar, contrarrestar y revertir.

“Los que quieren enriquecerse sucumben a la tentación, se enredan en un lazo y son presa de muchos deseos absurdos y nocivos, que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. Porque el amor al dinero es la raíz de todos los males, y algunos, arrastrados por él, se han apartado de la fe y se han acarreado muchos sufrimientos” (1 Timoteo 6, 9-10).

 Apéndice:

Mientras que exista el auge aparente  de una  economía "burbuja", sostenida por un poder adquisitivo agravante, proveniente de fuentes exógenas o ajenas  a  una economía real o generadora de bienes y servicios,  los factores de poder nacionales y del exterior, seguirán conduciendo al país por una falsa realidad, la cual agrava  el padecimiento complejo de carácter humanitario de los trabajadores decentes que dependen de un salario o renta fija.

"Todo trabajador o trabajadora tiene derecho a un salario suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales......El Estado garantizará a los trabajadores y trabajadoras…un salario mínimo vital que será ajustado cada año, tomando como una de las referencias el costo de la canasta básica…". Artículo 91. Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Referencias:

1) El Nacional (11-09-2021). Concepciones emergentes: https://bit.ly/3CkoHhk

2) Financial Time (01-09-2021). Los ricos se hacen más ricos y las tasas de interés bajan:  https://bit.ly/3lxeuau

3) Morales, P. (2019). Estructura Salarial Indexada: https://bit.ly/2XHyz2h

4) Rosanvallon, P. (1995). La nueva cuestión social. Buenos Aires: Manantial: https://bit.ly/3hHOWGp


Fuente: “Perspectiva Económica y Académica Contemporánea”. UNET. 

Años: 2018 al 2021.

     Pedro Morales.

Economista ULA (1989)

Docente Universitario ULA-Mérida (1991-1996)-UNET (desde 1997)

Profesor Titular




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