¿Bitcoin=neofeudalismo?
La
gracia no es licencia para hacer lo que cada quien quiera. La gracia es
empoderamiento divino para vivir una vida Santa, justa y piadosa en medio de un
mundo enfermo, torcido y perverso. Y ese mundo enfermo, torcido y perverso es
el mundo de la concupiscencia: que representa la puerta ancha y amplia que
lleva a la perdición. Es necesario entonces dejar fenecer el egocentrismo y la concupiscencia
que conducen a la inclinación desordenada al placer, el poder y el tener
material, para dar paso a un ser renovado en el teocentrismo. Cada quien decide
vivir como quiera, pero nuestras actuaciones tienen consecuencias eternas: “el
árbol cae hacia el lado que esté inclinado. De ahí de ejercer o aceptar con
humildad y gratitud la corrección fraterna.
“Andad
en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque
el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la
carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”.
(Gálatas 5, 16-17)
Un porcentaje
significativo de la población a escala
mundial desconoce, se le ha olvidado o le resta importancia al hecho
inminentemente evidente, que el auge, estabilidad y bienestar económico in
crescendo de los Estados Unidos de América (USA), durante un largo periodo de
tiempo que abarca gran parte del siglo XX ( y aún hasta la actualidad), se ha
sustentado en el dinero por decreto o fiat (el dólar), dada la capacidad
“ilimitada” de generarlo y a su vez de mantenerlo vigente como divisa fuerte de
pago universal en prácticamente en el mundo globalizando: esto con artificios
no necesariamente de tipo económico.
En efecto es un
acontecimiento cierto, público y notorio, que una institución como la Reserva
Federal (creada en 1913) de los Estados
Unidos, tiene la facultad absoluta e
invariable de emitir dólares, y por tanto de ampliar indefinidamente la oferta
monetaria (con alcance o cobertura mundial) en base al principio
de reserva fraccionada, a los acuerdos de Bretton Woods (1944), al
fin de los acuerdos de Bretton Woods (1971) de forma unilateral o de facto por
parte del gobierno de USA, y al mecanismo de negociación política sintetizado
en el “petrodólar”: acordado en la década de los años 70 del siglo 20 entre USA
y la OPEP.
Ciertamente la hegemonía
mundial de los Estados Unidos ha estado sustentada esencialmente en el dólar.
Por ello todos los esfuerzos para mantener una moneda fuerte que siga siendo demandada y utilizada por el
mundo entero es la prioridad estratégica, dado que de ello depende la
estabilidad del “sueño americano”.
Sin embargo, nos
dirigimos hacia una norma del bitcoin a nivel mundial con una divisa fiat
hegemónica como el dólar que acabara desapareciendo por completo (con posibles
repercusiones en todos los planos de la vida u orden actual de la humanidad en
su conjunto, que la conduciría inevitablemente hacia un sistema neofeudal),
no solo por culpa del flagelo inflacionario, sino también debido (entre otros
factores dependientes, independientes e intervinientes) al uso que se le está
dando a la criptodivisa como unidad contable, mecanismo de intercambio y fuente
de almacenamiento de valor, tal como lo muestran los volúmenes que se están
moviendo últimamente, caracterizado por ejemplo a la velocidad hash bitcoin, en un orden aproximado de los 50 a 60
trillones de cálculos por segundo.
A este respecto, dada la percepción de un amenazante “Dust Bowl” (cuenco
de polvo) en el ámbito financiero principalmente, un cierto porcentaje de
personas naturales y jurídicas de todo el planeta tierra, han percibido (con
acierto o equivoco contradictorio) la potencial quiebra o descapitalización que
está en el horizonte cercano, lo que redundará por una parte en el “abandono”
del dólar como divisa de pago internacional y puesto de manifiesto con
contundente veracidad el “dilema de Triffin”, pero por otro lado
a la consolidación de una moneda mundial globalizada que servirá a los propósitos
“ocultos” de la elite globalista: conducente al neofeudalismo.
Apéndice:
Este fin de semana
llegamos a cincuenta años (15 y 16 de agosto de 1971), donde el presidente
estadounidense Richard Nixon firmó el acta de defunción de los
acuerdos de Bretton Woods, relacionado en particular con la obligación asumida
(desde 1944) de adoptar el dólar como divisa internacional, pero siempre y
cuando se cumpliera el compromiso por parte de la Reserva Federal de los
Estados Unidos de mantener un tipo de cambio fijo entre el dólar y el oro, a 35
dólares la onza.
Se recalca que el
presidente Nixon contaba para ese momento con tres opciones: 1) Incumplir el
pago de la deuda soberana de USA; 2) Devolverle el oro que se le debía al Reino
Unido; 3) Proponer un incumplimiento sui generis, consistente en sustituir el
oro por dinero fiat. Por lo que claramente eligió la tercera alternativa, es
decir la emisión de moneda en lugar de cumplir con los compromisos legales; no obstante entregando al gobierno del Reino
Unido un gran caudal de dinero fiat que permitiera saldar la deuda contraída:
sentando el precedente de la forma como
se implementa la política actual de los bancos centrales.
Evidentemente, con el propósito de evitar una
depresión similar como la de los año 30 (del siglo pasado) se llega a un
conjunto de acuerdos donde se faculta a los Estados Unidos para que imprima a
gran escala, una moneda que debe usarse y aceptarse a nivel mundial
para todas las transacciones de bienes y servicios.
Todo ello hace que la demanda de dicha divisa
se incremente y a su vez su valor de cambio, lo que implica un alto crecimiento y bienestar, pero también lleva
entrelazado un aumento de las importaciones y la merma de las
exportaciones, arrojando una balanza
comercial con saldo negativo. Igualmente por otro lado se presenta un mayor
déficit fiscal debido entre otros factores al aumento del gasto público a la
par de la deuda total, dado que los recursos excedentes que obtiene
principalmente la OPEP (década de los años 70) lo invierten en esta economía sólida en función
de su moneda hegemónica…
“Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios;
porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino
que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y
seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido,
da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. Amados
hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto
descienden de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni
sombra de variación” (Santiago 1:13-18).
Referencias:
1) Booth,
Jeff (2021). The Price of Tomorrow: https://bit.ly/3ADPDaV
2) El Economista (2012). El dilema de Triffin: https://bit.ly/3s9NTTO
3) El Nacional
(2021). Libertinaje: https://bit.ly/3m0q93y
4) Garten,
Jeffrey (2021). How a Secret Meeting in
1971 Transformed the Global Economy. The New York Time: https://nyti.ms/3yIIuFR
5) Juan Pablo II (1980). La
doctrina bíblica sobre la triple concupiscencia: https://bit.ly/3xFdfKh
6) Reading Through History (2016). History Brief:
the Dust Bowl: https://bit.ly/3jLafam
Fuente: “Perspectiva Económica y Académica Contemporánea”.
UNET. Años: 2018 al 2021.
Pedro
Morales.
Economista
ULA (1989)
Docente
Universitario ULA-Mérida (1991-1996)-UNET (desde 1997)
Profesor
Titular
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