Rage
Propiamente no se tratará en este momento el contenido en extenso del último libro del afamado periodista Bob Woodward, intitulado Rage (o rabia en español). No obstante, indirectamente su referencia es pertinente para contextualizar la dinámica geopolítica y sobre todo de impacto en la dimensión espiritual, emocional y moral de la población venezolana.
“Él sabía antes de que se reportara la primera muerte en Estados Unidos que el virus era peligroso, que se transmitía por el aire, altamente contagioso e incluso más letal que la influenza, también dijo una y otra vez en público que le restaba importancia, la pregunta entonces… ¿es responsable por la muerte de cientos de miles de personas?, o como él dice ¿era para no causar caos?…”
“¿Cómo puede ser sostenible si se mantiene cuatro años más…?”
“Es peligroso, que no está listo para manejar el país y que no tiene ninguna brújula moral, ¿usted coincide?…Creo que no entiende la naturaleza o la estrategia de hacer política, y cree que las reglas no se aplican a él. Creo que este comportamiento nos ha causado mucho daño, creo que puede ser corregido, de hecho estoy bastante optimista de que puede ser corregido, pero temo de que si tiene un segundo cargo muchos de los daños pueden ser irreparables…”
“¿Por qué cree usted que la estrategia de Estados Unidos en Venezuela fracasó? ¿Fue porque usted falló en lograr su objetivo o por el comportamiento cambiante…?… Sabíamos que era difícil, lamento que el esfuerzo fracasó en abril de 2019, pero que ahora la oposición en Venezuela quizás este fragmentándose…sería triste para los venezolanos, y ojala hubiésemos hecho más…creo que no hicimos todo lo posible y es una pérdida para Estados Unidos, es una pérdida para le gente de este hemisferio, pero los que más pierden son los venezolanos que deben padecer por quién sabe cuánto más tiempo…”
“¿Usted cree que Juan Guaidó debe ser todavía el hombre a cargo o ya perdió su oportunidad…?” (a)
Cualquier venezolano pudiera aseverar con argumentos contundentes, y apoyar con “ímpetu apasionado o acalorado” y de forma fehaciente el siguiente cuadro sombrío:
I) El problema venezolano con rango de “emergencia compleja de carácter humanitaria”, tiene graves daños en sus raíces y sus pilares estructurales. Muestra de ello es el vacío de poder y la falta de presencia eficaz y efectiva del gobierno en todas sus instancias y niveles.
II) El incumplimiento sistemático de la plataforma constitucional por parte de los mismos entes e integrantes del Estado venezolano y la distorsión del sistema de valores morales y éticos, representan en conjunto factores esenciales del proceso desintegración y agravamiento sistemático de la sociedad venezolana.
III) La anomia, la anarquía y el libertinaje se han convertido en las alternativas de gestión para los diferentes actores sociales, económicos y políticos.
IV) En contra de la economía real que fundamenta el bienestar verdadero y duradero, existe un conjunto de factores que convergen a un denominador común en todo este caos y complejidad. Estos guardan correspondencia con la economía del regalo, el silencio y la complicidad institucional, el accionar antieconómico, la maniobra antiética y la inefectividad del sector público entre otros.
V) En un país como Venezuela que está en quiebra sostenida como resultado de una ineficaz e ineficiente gestión gubernamental, el hecho cierto que hayan venezolanos con “riqueza creciente” y “poder adquisitivo positivo agravante”, solo significa que nuestra realidad es absolutamente desastrosa en su sistema de valores.
VI) La “ignorancia como una de las peores enfermedades”, la apatía, la indolencia, la negligencia, la solidaridad mal concebida y la complicidad por acción u omisión sostienen la perenne decadencia en todo el sistema…con signos muy graves de irreversibilidad…
VII) Todo este padecimiento agónico es deliberado e inducido, que se ha desarrollado en el país con complicidades internas y externas, con el propósito inmoral y criminal de construir un escenario caótico, inestable e infrahumano.
VIII) La fortaleza espiritual es de trascendental importancia para los creyentes de Dios y su suprema misericordia, sobre todo en estos momentos de confusión e intriga.
Sin embargo, la rabia, la ira, el odio y el deseo de venganza no resuelven nada, al contrario se empeora la situación de padecimiento. Esto debido que la solución no depende de ningún individuo o potencia extranjera, sino por el contrario todo empezará a revertirse al afincamos de corazón en la divina misericordia de Dios, profundizando entonces con el cambio desde lo más interno de cada uno de nosotros. En otras palabras, hacer hincapié en “la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor” 1 Corintios 12, 31 – 13,13:
“Si repartiera todos mis bienes entre los necesitados; si entregara mi cuerpo a las llamas, pero no tengo amor, de nada me serviría. El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta…”.
Si permitimos entrar el odio en nuestro corazón, Cristo abandonará el sitio que estaba ocupando dentro de nosotros, porque no puede ser amigo de quien odia. Por este motivo debemos trabajar en amar en lugar de odiar, en comprender en lugar de pensar mal, y en perdonar en lugar de buscar venganza: el odio y el deseo de venganza envilecen nuestra alma. El deseo de venganza significa que se quiere superar al otro en hacer el mal, y esto en vez de sanar la situación la empeorará.
Perdonar no es tarea sencilla, pero es un requisito absolutamente indispensable para nuestro nivel de conciencia y estatus espiritual. Podríamos decir que es un mandamiento, porque el que no perdona su corazón se encuentra en un laberinto asediado por el maligno, la caridad rodeada por el odio y el progreso espiritual sumergido en un abismo sin fondo. Por otra parte, no debemos preocuparnos por la correspondencia del otro, si hemos hecho lo que estaba de nuestra parte en alejarnos de la rabia, el odio, la violencia y la maldad, habremos redireccionado la ruta hacia la verdadera vida y felicidad.
Por último, es difícil librarse de la influencia del qué dirán, esto debido a que en términos generales la opinión de los demás influye al ser. La mayoría desea tener un lugar en el corazón del otro, se aprecia cuando se es estimado en el grupo social al que se pertenece, y en consecuencia es hiriente cuando se escuchan comentarios desfavorables hacia la persona: “se nos ha preparado para vivir más de la exterioridad que de la riqueza que llevamos en el interior”. Sin embargo, hay valores que no son conmutables por ninguna opinión, quizá por ser fiel a ellos nos toque sufrir la crítica mordaz de la gente, pero al final lo auténtico da la talla: “porque la luz es más fuerte que las tinieblas”.
(a) CNN. Entrevista con el ex asesor de seguridad de Estados Unidos. (10-09-2020): https://bit.ly/2FDKJnq
Pedro Morales.
Economista
ULA (1989)
Docente
Universitario ULA-Mérida (1991-1996)-UNET (desde 1997)
Profesor
Titular
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