Carta al Presidente Nicolás Maduro Moros (03-01-2018 y 12-02-2018)

San Cristóbal, 12 de febrero de 2018
Ciudadano:
Señor Nicolás Maduro Moros
Presidente de la República Bolivariana de Venezuela
Presente.-
Mis respetos y consideración.

Sin la intención de utilizar palabras con doble sentido o con tono irónico,  bienaventurados aquellos venezolanos (que según algunas fuentes alcanzan hasta los 5 millones de personas) que tienen la holgura y en cierta forma el privilegio para disfrutar y divertirse sanamente en estos carnavales 2018, tal como se hace entender a través de las informaciones que emiten algunos medios de comunicación y en  las tendencias observadas en las redes sociales: lo que se traduce como un éxito de los operativos planificados por el gobierno nacional con el fin de resguardar la seguridad en general de los temporadistas.

Le escribe un habitante de los más de 30 millones que pertenecemos a esta gran nación venezolana, y aunque a principios de este año me dirigí a usted en una misiva pública con el título “Señor Presidente”, donde le exponía una perspectiva y prospectiva económica acerca de la realidad que compartimos, nuevamente con el mayor respeto intento comunicarme  para expresarle un clamor que no es particular sino que obedece a la angustia represada de  una significativa cantidad de hogares (más de 30 mil para el caso de la UNET) que lo único que deseamos es vivir de manera íntegra y sin restricciones en sus derechos humanos.

Se escucha desde hace tiempo en su discurso como estadista, e igualmente en el verbo por parte de sus colaboradores y seguidores, que estamos en un escenario de “guerra económica”, y que por ende el gobierno bolivariano y revolucionario está haciendo los mayores y mejores esfuerzos para hacerle frente.  No obstante, por favor permítame decirle que dicha “guerra” tiene un gran número de bajas y víctimas bien definidas: muchas fallecidas físicamente y otras muchísimas más que estamos en un estado crítico en el ser biológico, moral, emotivo, espiritualidad y en la dignidad integral como tal.
Fíjese que aunque nunca hemos sabido a cual enemigo concreto nos enfrentamos, de parte de los millones de  venezolanos que nos identificamos con el genuino partido pero del trabajo y/o el estudio, y que poseemos el carnet pero de trabajador y/o estudiante, aceptamos y declaramos que nos venció esa guerra inaudita, insensata e irracional,  y por tanto nos rendimos e izamos en lo más alto la bandera blanca (símbolo de la tregua), porque si en fecha reciente (cuando se inició esta arremetida “bélica”) decíamos que el salario era insuficiente e indigno y nos encontrábamos con el dilema que “si teníamos para comer no teníamos para la salud o pagar el pasaje”, en la actualidad con los estragos generados por este “conflicto” los que dependemos de una renta fija (porque nuestro trabajo es a dedicación exclusiva) “no tenemos ni para comer, ni para salud, ni para nada”.

Esta situación trágica la padecemos una mayoría importante de venezolanos, pero en particular una institución que es fundamental para el desarrollo de cualquier país, que lamentable y tristemente está en franca agonía y decadencia: dejando constancia que los que hacemos vida en esta institución hemos agotado  todos los planes de “contingencia” para “ajustarnos o acomodarnos” a los efectos o externalidades negativas de la “guerra económica”, pero la tolerancia se encuentra en su nivel cero o en el umbral de saturación.  Esta institución a la que me refiero es la Universidad en su conjunto. Importante recordar que ella tiene como misión esencial formar a los profesionales y generar los productos innovadores-tecnológicos que requiere el Estado venezolano.

 Pero contradictoriamente la Universidad ha sido abandonada a su suerte, se le han negado los recursos requeridos para potenciarse y contribuir a la reactivación del país. Con el agravante que toda su comunidad (estudiantes, obreros, administrativos y docentes) ha sido duramente golpeada, constantemente maltratada y hasta despreciada. Hoy en día sus trabajadores están pasando por un terrible estado de pobreza y miseria que les impide vivir dignamente y cumplir con la misión establecida en la Carta Magna y la Ley de Universidades (y que por el contrario les obliga a emigrar o dedicarse a otro oficio en perjuicio de la misma Universidad y Venezuela). Literalmente hablando no tenemos para cubrir las necesidades mínimas diarias de alimentación, para atender la salud y menos aún para mantener el nivel académico que se requiere para seguir formando a nuestros nobles estudiantes.

Se agradece su tiempo en atender esta comunicación, pero también se espera que sean tomadas en cuenta las siguientes peticiones y consideraciones, que muy humildemente estamos convencidos permitirán neutralizar y contrarrestar la tendencia que conduce irremediablemente a un desenlace de mayor quiebra y pobreza para los venezolanos:  

1) Transferir poder adquisitivo a todos los trabajadores decentes en función de un ajuste salarial real tal igual al nivel que existía en diciembre 2007 (de manera de reactivar la demanda efectiva). A tal efecto se dispone de una propuesta metodológica relacionada con la “Estructura Salarial, Beneficios y otros Aspectos Laborales”, teniendo como marco de referencia la realidad venezolana en cuanto a lo económico, social y político.

2) Sin condicionantes y sin distingo de cualquier tipo dar acceso a los respectivos planes de alimentación, salud y cualquier otro beneficio de tipo social a todo venezolano que lo requiera. Caso Universidades (ejemplo): “Misión atención a la comunidad universitaria”.

3) Iniciar de inmediato la ejecución de un Plan Integral de Reconstrucción o Reactivación Universitaria (PIRU).

4) Favorecer la realización de elecciones para Presidente de la República Bolivariana de Venezuela donde existan condiciones mínimas, para que con el tiempo debido cualquier venezolano (que cumpla con los requisitos establecidos en la Constitución) pueda participar como candidato y/o elector: porque ese empeño de pasar por encima de todos al imponer una ideología especifica en verdad no es compartida por la mayoría de los venezolanos…

5) Revertir la situación de quiebra, descapitalización, pobreza y miseria agravada que padece la sociedad venezolana en su totalidad, depende primariamente de una confianza renovada y la reducción de los altos grados de incertidumbre y conflictividad, pero respaldada por la aplicación de una política económica integral, coherente, sensata, pragmática y disciplinada.

Gracias de antemano por considerar y tomar en cuenta lo expresado en esta comunicación, ya que soy un venezolano más, con la profesión de economista (ULA), que cumple el rol de docente universitario (ULA-UNET) y representante de gremio (APUNET), que viniendo de un hogar humilde y sin que nadie me regalara nada (como millones de venezolanos), pude a través del esfuerzo (trabajando para sufragar mis estudios) obtener un título universitario y ejercer con gran orgullo una digna labor.

Salud y armonía son mis deseos.


Pedro Morales
C.I. 8.028.546
                                                                       
                                                                  San Cristóbal, 12 de febrero de 2018

¡Señor Presidente!

 “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace”. (Lucas 2: 14)

Mis respetos y consideración:

Usted mejor conoce la  tendencia de los indicadores económicos atinentes  a nuestra realidad, por lo que por muchas razones  nobles y honestas que se tengan a favor del pueblo (que no ponemos en duda),  el empeño de mantener el precio del dólar controlado que le da vida al “today” especulativo y en general al sistema de precios diferenciados, la sociedad venezolana en su conjunto padece de los rigores (que más que una hiper-estanflación) de una inmoral y criminal escalada de precios generalizada que limita los niveles de tragedia o devastación social, de forma que la sabia decisión de  ajustar o flexibilizar tal relación a su valor real (que realmente puede ubicarse en una banda entre los 30 mil y 50 mil bolívares por dólar) comenzaría a revertir los efectos de la grave enfermedad multidimensional  que estamos sufriendo, y que a todas luces es decadente e involutiva (de septiembre a diciembre del 2017 los precios se incrementaron más de 3 veces su valor y la tendencia es al alza incontrolada, explosiva y grosera sino se realizan los cambios  en la gestión económica). 

Pero para nadie es un secreto que desde hace tiempo se ha venido intensificado el desabastecimiento, los altos niveles de inflación (dado que todo está dolarizado en términos del “today” irreal e inmoral) y pare de contar la decadencia generalizada. La gente tiene que hacer colas durante horas para conseguir cualquier cosa. “Se compra menos y se gasta más”, es decir, los aumentos salariales y el dinero como tal en verdad no valen nada, es pura “ilusión monetaria”. Se puede disponer de “bolsas de dinero” pero apenas se compra algo. “Lo que se necesita se puede encontrar pero se debe pagar a cualquier precio. Cada vez se cierran más los espacios para producir y trabajar honestamente: sin efectivo, sin insumos, etc. “.

Adicionalmente, las cifras de inflación o de costo de la canasta de bienes y servicios, bien sean de organismos nacionales o internacionales se quedan cortas y desfasadas cuando se contrastan con la realidad verdadera. Por lo que los ajustes salariales no obedecen ni en lo mínimo a lo equivalente que se percibía para diciembre de 2007 (de acuerdo a los criterios metodológicos de cuentas nacionales vigentes). Encadenadamente los planes de cobertura de salud de tipo público o privado, cualesquiera sean sus estructuras y montos, los mismos resultan insuficientes para cubrir requerimientos de HCM, dado que además que estos vienen presentando altos, crecientes, incontrolados y abusivos costos, el índice de precios respectivo desconsidera la elevada ponderación de los mismos en el presupuesto de familiar de los hogares venezolanos.

Así mismo, del anterior tenor de planteamientos considérese por favor la siguiente ilustración “hipotética”: la semana pasada (con la justificación que no existen alternativas para subsistir dignamente) la suma de Bs. 500 mil obtenidos quizás de la venta clandestina de 32 litros de gasolina, era la cantidad mínima que se exigía en algún sitio fronterizo para realizar una transacción de dinero en efectivo con un sobreprecio equivalente al 90%.

Es decir, que con esos Bs. 500 mil se podía iniciar el ciclo especulativo con un lucro de Bs. 450 mil (500.000 x 1.90= 900.000,00 bolívares). Pero esos 500 mil bolívares al tipo de cambio “today” (que también es irreal y fomenta distorsiones al igual que el oficial controlado) pudieron haber generado un monto entre los 25.000 y 40, 000,00 pesos. Y esa cantidad de pesos equivalente en dólares al tipo de cambio oficial en Colombia pudo también haber representado un monto entre los de 8,4 y 13,4 dólares. No obstante, esta divisa igualmente pudo ser equivalente a Bs. 897.197,92125 o Bs. 1.435.516,7. Es decir, una rentabilidad instantánea (un día a lo sumo) entre el 79,0 % y casi el 187,1% que se compartieron posiblemente los actores que intervinieron en este juego especulativo.

No obstante, ese lucro malsano e incluso para las economías que están interactuando se mantendrá hasta que el índice cambiario oficial entre pesos colombianos con respecto al bolívar cambie a su valor real. Es decir, si nos basamos en un supuesto simplificador (ceteris paribus) de fijar el tipo de cambio oficial adaptado a la realidad venezolana, por ejemplo los 13,4 dólares serían igual a los Bs. 670.000,00, y ante esta situación no existiría el incentivo de pagar un 90% de lucro por realizar transacciones de dinero en efectivo: se reduciría notablemente de 187,10 % a 34,0 % en relación a los Bs. 500 mil “invertidos”. 

 Claro está que se requiere aplicar todo un programa de ajuste integral macroeconómico (con apoyo sostenido e irrenunciable a la dimensión social de los venezolanos) para neutralizar los efectos nocivos que recaen sobre la sociedad venezolana a consecuencia i) de la crisis decadente e involutiva; ii) de los tipos de cambio irreales; iii) del triángulo cambiario perverso de las “Bermudas”: bolívar-peso-dólar. Sin embargo, solo con lograr el escenario viable y factible de ajustar a la realidad el tipo de cambio oficial bolívar-dólar, se generaría un impacto favorable en el sistema de precios a nivel nacional, revirtiendo los niveles de inflación y estancamiento de la actividad económica.

Finalmente como complemento para contextualizar todo lo anteriormente descrito es pertinente recalcar que debido a intereses imperialistas de más cien años, Venezuela sigue ubicada en la categoría de país rentista con graves problemas estructurales, principalmente en lo que respecta a su carácter de ser monoproductor, monoexportador, consumista y de profundo arraigamiento en la economía de puerto (sobre todo en los últimos años).

Pero adicional a esta debilidad en las bases fundacionales que han impedido diversificar la producción y disponer de una moneda fuerte-“orgánica”, la situación se ha complicado aún más, esto ocasionado por la aplicación de políticas macroeconómica que aunque no dudamos que han tenido un espíritu noble de favorecer a los más vulnerables, presumiblemente no obedecen a un proceder sensato y pragmático en el sentido que la pobreza integral nos arropa a todos en general

En concreto, la política cambiaria sustentada en un tipo de cambio oficial irreal que distorsiona la estructura de precios de toda la economía (que asimismo promueve la aparición de tipos “today”), aunado a la  contradicción implícita de la política monetaria (al ser al mismo tiempo restrictiva y expansiva) ha provocado un conflicto insalvable con la política fiscal, en el sentido que la recaudación de los impuestos, el creciente gasto público y en particular los recurrentes aumentos salariales no han podido lograr el cometido de equilibrarse (por lo menos) de manera sistemática con la tasa acelerada de inflación, y por tanto lograr el ansiado reajuste de la demanda efectiva al transferir poder adquisitivo a los trabajadores decentes y llegar a acuerdos mínimos con el sector empresarial honesto.

Por ende, desde la visión de la crítica constructiva se pone en evidencia la posibilidad:

Que el modelo del socialismo del siglo XXI se ha descoordinado en relación a los lineamientos rectores del “Plan de la Patria”, al parecer por incumplir en esencia con postulados básicos de la propia Teoría Marxista, como en lo que refiere por ejemplo a depender del auge del sistema capitalista mundial (así incrementar los niveles de consumo de petróleo y la consecuente subida de su precio), o que el  valor de la fuerza de trabajo no se compagina  con el “trabajo socialmente necesario para producir un valor de uso cualquiera en las condiciones normales de producción vigentes”, lo que repercute negativamente para que la plusvalía generada  haya sido “expropiada” por agentes ajenos al sistema productivo.

De tal manera que llámese guerra económica, economía de guerra o empléese cualquier epíteto para calificar la crisis por la cual atraviesa Venezuela, lo cierto del caso es que con la mayor y apetecible reserva mundial de petróleo, más de 30 millones de venezolanos nos encontramos naufragando en nuestro accionar multidimensional, debido a que perdimos  la brújula para coordinar esfuerzos y voluntades que permitan optimizar los recursos disponibles (contrario a la práctica conflictiva y  antieconómica instituida de  malgastar, desperdiciar o despilfarrar todo tipo de factor económico incluido el tiempo, el espacio, el talento humanos, el patrimonio universal del conocimiento, los valores humanos, etc. ) y encontrar un rumbo viable, factible y sustentable para demandar-ofrecer bienes y servicios eficaz,  eficiente, oportuna y sustentablemente. 

Por lo tanto, para lograr revertir dicho proceso decadente e involutivo son condiciones necesarias y suficientes:

1) Que se reivindique la vigencia y pertinencia del precepto económico “tanto mercado como sea posible, tanto Estado como sea necesario”. Esto con el fin de responder efectiva y oportunamente a las interrogantes básicas del problema económico para el caso que nos ocupa: ¿qué producir?, ¿cómo producir?, ¿para quién producir?;  

2) Que se promueva un sistema homogéneo, coordinado y sensato, tanto de los precios de absolutamente todos los factores de producción (tierra, trabajo, capital e iniciativa empresarial), como del universo de los bienes y servicios generados (que incluye la relación cambiaria de la divisa nacional con las del resto del mundo);

3) Que con un sentido estrictamente económico y alto grado de confiabilidad, credibilidad, seguridad y certeza, continuamente informe a todos los agentes involucrados acerca de los precios remunerativos y lucrativos, de forma tal que se motive e incentive el esfuerzo laboral e intelectual y la inversión económica de capital,

4) Que se permita la actuación de los mecanismos naturales y transparentes de los mercados relacionados, excluyendo la abusiva injerencia centralizada y la excesiva burocracia gubernamental.

Por último a manera de reflexión: "El cielo es el límite para seguir evolucionando cada instante de nuestras vidas hacia la consolidación del amor eterno y verdadero. La esperanza se ha revitalizado en nuestras mentes y corazones. Salud y armonía son mis deseos".

 


Economista Pedro Morales.

Docente Universitario-Presidente APUNET

pmoral@unet.edu.ve; @tipsaldia

 


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