Carta al Presidente Nicolás Maduro Moros (03-01-2018 y 12-02-2018)
¡Señor
Presidente!
“Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra
paz entre los hombres en quienes Él se complace”. (Lucas 2: 14)
Mis
respetos y consideración:
Usted
mejor conoce la tendencia de los
indicadores económicos atinentes a
nuestra realidad, por lo que por muchas razones
nobles y honestas que se tengan a favor del pueblo (que no ponemos en
duda), el empeño de mantener el precio
del dólar controlado que le da vida al “today” especulativo y en general al
sistema de precios diferenciados, la sociedad venezolana en su conjunto padece
de los rigores (que más que una hiper-estanflación) de una inmoral y criminal
escalada de precios generalizada que limita los niveles de tragedia o
devastación social, de forma que la sabia decisión de ajustar o flexibilizar tal relación a su
valor real (que realmente puede ubicarse en una banda entre los 30 mil y 50 mil
bolívares por dólar) comenzaría a revertir los efectos de la grave enfermedad
multidimensional que estamos sufriendo,
y que a todas luces es decadente e involutiva (de septiembre a diciembre del
2017 los precios se incrementaron más de 3 veces su valor y la tendencia es al
alza incontrolada, explosiva y grosera sino se realizan los cambios en la gestión económica).
Pero
para nadie es un secreto que desde hace tiempo se ha venido intensificado el
desabastecimiento, los altos niveles de inflación (dado que todo está
dolarizado en términos del “today” irreal e inmoral) y pare de contar la
decadencia generalizada. La gente tiene que hacer colas durante horas para
conseguir cualquier cosa. “Se compra menos y se gasta más”, es decir, los
aumentos salariales y el dinero como tal en verdad no valen nada, es pura
“ilusión monetaria”. Se puede disponer de “bolsas de dinero” pero apenas se
compra algo. “Lo que se necesita se puede encontrar pero se debe pagar a
cualquier precio. Cada vez se cierran más los espacios para producir y trabajar
honestamente: sin efectivo, sin insumos, etc. “.
Adicionalmente,
las cifras de inflación o de costo de la canasta de bienes y servicios, bien
sean de organismos nacionales o internacionales se quedan cortas y desfasadas cuando
se contrastan con la realidad verdadera. Por lo que los ajustes salariales no
obedecen ni en lo mínimo a lo equivalente que se percibía para diciembre de
2007 (de acuerdo a los criterios metodológicos de cuentas nacionales vigentes).
Encadenadamente los planes de cobertura de salud de tipo público o privado, cualesquiera
sean sus estructuras y montos, los mismos resultan insuficientes para cubrir requerimientos
de HCM, dado que además que estos vienen presentando altos, crecientes, incontrolados y
abusivos costos, el
índice de precios respectivo desconsidera la elevada ponderación de los mismos
en el presupuesto de familiar de los hogares venezolanos.
Así
mismo, del anterior tenor de planteamientos considérese por favor la siguiente
ilustración “hipotética”: la semana pasada (con la justificación que no existen
alternativas para subsistir dignamente) la suma de Bs. 500 mil obtenidos quizás
de la venta clandestina de 32 litros de gasolina, era la cantidad mínima que se
exigía en algún sitio fronterizo para realizar una transacción de dinero en
efectivo con un sobreprecio equivalente al 90%.
Es
decir, que con esos Bs. 500 mil se podía iniciar el ciclo especulativo con un
lucro de Bs. 450 mil (500.000 x 1.90= 900.000,00 bolívares). Pero esos 500 mil
bolívares al tipo de cambio “today” (que también es irreal y fomenta
distorsiones al igual que el oficial controlado) pudieron haber generado un
monto entre los 25.000 y 40, 000,00 pesos. Y esa cantidad de pesos equivalente en
dólares al tipo de cambio oficial en Colombia pudo también haber representado
un monto entre los de 8,4 y 13,4
dólares. No obstante, esta divisa igualmente pudo ser
equivalente a Bs. 897.197,92125 o Bs. 1.435.516,7. Es decir, una rentabilidad instantánea
(un día a lo sumo) entre el 79,0 % y casi el 187,1% que se compartieron
posiblemente los actores que intervinieron en este juego especulativo.
No
obstante, ese lucro malsano e incluso para las economías que están
interactuando se mantendrá hasta que el índice cambiario oficial entre pesos
colombianos con respecto al bolívar cambie a su valor real. Es decir, si nos
basamos en un supuesto simplificador (ceteris paribus) de fijar el tipo de
cambio oficial adaptado a la realidad venezolana, por ejemplo los 13,4 dólares
serían igual a los Bs. 670.000,00, y ante esta situación no existiría el
incentivo de pagar un 90% de lucro por realizar transacciones de dinero en
efectivo: se reduciría notablemente de 187,10 % a 34,0 % en relación a los Bs.
500 mil “invertidos”.
Claro
está que se requiere aplicar todo un programa de ajuste integral
macroeconómico (con apoyo sostenido e irrenunciable a la dimensión social de
los venezolanos) para neutralizar los efectos nocivos que recaen sobre la
sociedad venezolana a consecuencia i) de la crisis decadente e involutiva; ii)
de los tipos de cambio irreales; iii) del triángulo cambiario perverso de las
“Bermudas”: bolívar-peso-dólar. Sin embargo, solo con lograr el escenario
viable y factible de ajustar a la realidad el tipo de cambio oficial
bolívar-dólar, se generaría un impacto favorable en el sistema de precios a
nivel nacional, revirtiendo los niveles de inflación y estancamiento de la
actividad económica.
Finalmente
como complemento para contextualizar todo lo anteriormente descrito es
pertinente recalcar que debido a intereses imperialistas de más cien años,
Venezuela sigue ubicada en la categoría de país rentista con graves problemas
estructurales, principalmente en lo que respecta a su carácter de ser monoproductor,
monoexportador, consumista y de
profundo arraigamiento en la economía de puerto (sobre todo en los
últimos años).
Pero
adicional a esta debilidad en las bases fundacionales que han impedido
diversificar la producción y disponer de una moneda fuerte-“orgánica”, la
situación se ha complicado aún más, esto ocasionado por la aplicación de
políticas macroeconómica que aunque no dudamos que han tenido un espíritu noble
de favorecer a los más vulnerables, presumiblemente no obedecen a un proceder sensato y
pragmático en el sentido que la pobreza integral nos arropa a todos en general
En
concreto, la política cambiaria sustentada en un tipo de cambio oficial irreal
que distorsiona la estructura de precios de toda la economía (que asimismo
promueve la aparición de tipos “today”), aunado a la contradicción implícita de la política
monetaria (al ser al mismo tiempo restrictiva y expansiva) ha provocado un
conflicto insalvable con la política fiscal, en el sentido que la recaudación
de los impuestos, el creciente gasto público y en particular los recurrentes
aumentos salariales no han podido lograr el cometido de equilibrarse (por lo
menos) de manera sistemática con la tasa acelerada de inflación, y por tanto
lograr el ansiado reajuste de la demanda efectiva al transferir poder
adquisitivo a los trabajadores decentes y llegar a acuerdos mínimos con el
sector empresarial honesto.
Por
ende, desde la visión de la crítica constructiva se pone en evidencia la
posibilidad:
Que el modelo del socialismo
del siglo XXI se ha descoordinado en relación a los lineamientos rectores del
“Plan de la Patria”, al parecer por incumplir en esencia con postulados básicos
de la propia Teoría Marxista, como en lo que refiere por ejemplo a depender del
auge del sistema capitalista mundial (así incrementar los niveles de consumo de
petróleo y la consecuente subida de su precio), o que el valor de la fuerza de trabajo no se compagina con el “trabajo socialmente necesario para
producir un valor de uso cualquiera en las condiciones normales de producción
vigentes”, lo que repercute negativamente para que la plusvalía generada haya sido “expropiada” por agentes ajenos al sistema
productivo.
De
tal manera que llámese guerra económica, economía de guerra o empléese
cualquier epíteto para calificar la crisis por la cual atraviesa Venezuela, lo
cierto del caso es que con la mayor y apetecible reserva mundial de petróleo,
más de 30 millones de venezolanos nos encontramos naufragando en nuestro
accionar multidimensional, debido a que perdimos la brújula para coordinar esfuerzos y
voluntades que permitan optimizar los recursos disponibles (contrario a la
práctica conflictiva y antieconómica
instituida de malgastar, desperdiciar o
despilfarrar todo tipo de factor económico incluido el tiempo, el espacio, el
talento humanos, el patrimonio universal del conocimiento, los valores humanos,
etc. ) y encontrar un rumbo viable, factible y sustentable para
demandar-ofrecer bienes y servicios eficaz,
eficiente, oportuna y sustentablemente.
Por
lo tanto, para lograr revertir dicho proceso decadente e involutivo son
condiciones necesarias y suficientes:
1)
Que se reivindique la vigencia y pertinencia del precepto económico “tanto mercado como sea posible, tanto Estado
como sea necesario”. Esto con el fin de responder efectiva y oportunamente a
las interrogantes básicas del problema económico para el caso que nos ocupa: ¿qué
producir?, ¿cómo producir?, ¿para quién producir?;
2)
Que se promueva un sistema homogéneo, coordinado y sensato, tanto de los precios
de absolutamente todos los factores de producción (tierra, trabajo, capital e
iniciativa empresarial), como del universo de los bienes y servicios generados
(que incluye la relación cambiaria de la divisa nacional con las del resto del
mundo);
3)
Que con un sentido estrictamente económico y alto grado de confiabilidad,
credibilidad, seguridad y certeza, continuamente informe a todos los agentes
involucrados acerca de los precios remunerativos y lucrativos, de forma tal que
se motive e incentive el esfuerzo laboral e intelectual y la inversión
económica de capital,
4)
Que se permita la actuación de los mecanismos naturales y transparentes de los
mercados relacionados, excluyendo la abusiva injerencia centralizada y la
excesiva burocracia gubernamental.
Por
último a manera de reflexión: "El
cielo es el límite para seguir evolucionando cada instante de nuestras vidas
hacia la consolidación del amor eterno y verdadero. La esperanza se ha
revitalizado en nuestras mentes y corazones. Salud y armonía son mis
deseos".
Economista Pedro
Morales.
Docente
Universitario-Presidente APUNET
pmoral@unet.edu.ve;
@tipsaldia
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